“Ahora, con cierta paz, tranquilamente debemos leer los pensamientos de ese verdadero héroe que fue Simón Bolívar, y compararlos con la diarrea verbal del fallecido Comandante.”
RICARDO VALENZUELA
En la cultura ranchera de mi tierra la calificación más alta que se le da a un buen vaquero para considerarlo como tal, es la forma en que amansan sus caballos. Uno bueno, al entregarle un potro bruto lo transforma en un dócil animal, obediente a la rienda, noble ante el comando de su jinete. Mientras que un mal vaquero convierte el potro en algo imposible de controlar, no obedece la rienda, rabioso, se espanta y se azota. En el rancho de mi abuelo moraba un vaquero famoso por los malos caballos que producía y le apodaban “El Guaquila.” Los caballos de El Guaquila eran tan temidos, que nadie se atrevía a montarlos.
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En la cultura ranchera de mi tierra la calificación más alta que se le da a un buen vaquero para considerarlo como tal, es la forma en que amansan sus caballos. Uno bueno, al entregarle un potro bruto lo transforma en un dócil animal, obediente a la rienda, noble ante el comando de su jinete. Mientras que un mal vaquero convierte el potro en algo imposible de controlar, no obedece la rienda, rabioso, se espanta y se azota. En el rancho de mi abuelo moraba un vaquero famoso por los malos caballos que producía y le apodaban “El Guaquila.” Los caballos de El Guaquila eran tan temidos, que nadie se atrevía a montarlos.
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