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Wednesday, December 14, 2016

La desigualdad en Chile

Ian Vásquez destaca el libro del economista chileno Claudio Sapelli, donde se muestra la creciente movilidad social y decreciente desigualdad que ha experimentado Chile durante las últimas décadas.


Ian Vásquez
 
es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Cualquier latinoamericano que haya viajado a Chile en años recientes ha podido ver con sus propios ojos lo que las cifras confirman. Es el país mas próspero y moderno de la región. Su nivel de pobreza (7,8%) es el más bajo y es líder regional en un sinnúmero de indicadores de bienestar. También es el país más libre del continente en términos civiles, económicos y personales. Está entre los países más libres del mundo según el Índice de libertad humana, cosa que se relaciona fuertemente con su progreso.


Pero Chile también muestra un nivel alto de desigualdad. En la escala Gini —en que la desigualdad total tiene un valor de 100 y la igualdad completa un valor de 0— Chile tiene un valor de alrededor de 50 (la mayoría de los países avanzados oscilan entre 25 y 35 en esa escala). Los críticos afirman que, si bien ha habido avances, el modelo chileno es responsable por producir y sostener la desigualdad que favorece a una élite privilegiada a expensas de los demás. Si el sistema en sí es injusto, la gente lo va a rechazar.
Justamente con ese relato llegó al poder la actual presidenta, Michelle Bachelet, y lo ha usado para promover cambios radicales al llamado modelo chileno. El enfoque sobre la desigualdad se instaló en la agenda política una vez que el anterior presidente Sebastián Piñera, de centroderecha, la identificó como el principal problema del país. No importa que los críticos ignoren que Chile ha sido un país muy desigual por 500 años, independientemente de sus regímenes políticos o económicos. O que las reformas propuestas son políticas que practican países como Brasil, que tiene peores resultados sociales y económicos y niveles más altos de desigualdad.
Ahora el economista Claudio Sapelli de la Universidad Católica de Chile ha publicado un libro (Chile: ¿más equitativo?) que hará a muchos repensar sus supuestos. Basándose en los últimos datos y encuestas, encuentra que Chile es muchísimo más equitativo de lo que la gente piensa y hasta se destaca a nivel mundial. Primero muestra que desde fines de la década de 1980, la desigualdad ha caído en 14 puntos (Gini), que es bastante rápido y que concuerda con otra data que muestra la misma tendencia de largo plazo.
Segundo, si uno mira lo que dicen los números según la edad de la gente, o por generaciones, hay una disminución marcada en la desigualdad. En la medida en que uno pasa de una generación joven a una más vieja, aumenta la desigualdad dentro de esa generación. En 17 años, la desigualdad de ingresos entre quienes tienen 35 años cayó 10 puntos. Lo mismo ocurre con la educación. Entre los chilenos de 55-64 años, menos del 40% gozaron de educación secundaria, mientras que el 85% de los chilenos entre 25-34 años de edad han tenido acceso a esa educación. En ese indicador, Chile supera el promedio de los países avanzados.
La educación y el ingreso están relacionados, pues la educación permite obtener mayores ingresos siempre y cuando existan mayores oportunidades. Evidentemente, eso es lo que ha estado ocurriendo en Chile. Ha permitido una mayor movilidad social. Por ejemplo, Sapelli mide cuánto depende la educación del niño de la educación del padre y encuentra que es cada vez más independiente de la del padre, comparable con los países avanzados. El autor también muestra que la movilidad social chilena es alta e incluso afecta a los más ricos. A lo largo de un período de diez años, la mayoría de la gente que inicialmente se encontraba en el decil más rico lo abandonaba. Sapelli dice que no es correcto hablar de barreras sociales hacia arriba y agrega que “Chile es una sociedad más móvil que Francia, Estados Unidos y Alemania”.
Si buena parte de la pobreza en Chile es transitoria y no permanente, como sugiere la alta movilidad, las políticas deben enfocarse en ello en vez de crear programas para una clase persistente de pobres. Y, por supuesto, no se deberían revertir las políticas que han producido tanto progreso.
El libro de Sapelli rompe mitos y merece ser leído no solamente por chilenos

Friday, December 9, 2016

Más de 15 mil empresas cerraron en Chile por primera vez en seis años BY: SABRINA MARTÍN

empresas-chile
Chile pasó de tener 333.044 empresas en enero a tener 317.309 en agosto; lo que significó una baja de 5 %. La industria manufacturera es la más afectada. (Viagemempauta)
Datos oficiales del Ministerio del Trabajo de Chile revelan que el número de empresas se redujo por primera vez en seis años.
De acuerdo con el organismo, Chile pasó de tener 333.044 empresas en enero a tener 317.309 en agosto; lo que significó una baja de 5 %. La industria manufacturera es la más afectada.


Según muestra la plataforma de estadísticas del Sistema de Información Laboral del Ministerio del Trabajo, la destrucción de empresas es una situación que ha afectado a compañías de distintos tamaños y sectores de forma transversal.
Economistas afirman que la reducción continuará y se mantendrá durante el año 2017 producto de la desaceleración. Aseguran además que las elecciones presidenciales en ese país podrían cambiar las expectativas.
“Desde fines del año pasado hasta agosto de este año se han cerrado, según esta estadística, 15.735 compañías. Esta es una situación que responde, efectivamente, a la desaceleración económica y es algo que está impactando de forma transversal a las empresas en Chile”, afirmó el economista jefe de FXone, Tomás Flores.
Los datos, clasificados según tamaño de empresas, muestran que la baja más significativa se vio en las grandes empresas, luego las pequeñas, las microempresas y, por último, las medianas, mostrando una disminución de 6,1 %, 5,4 %, 4,9 % y 4,2 %, respectivamente.
Segregando los datos por actividad, el sector manufacturero ha sido el más afectado en lo que va del 2016, mostrando una caída en la cantidad de empresas de 7,9 %; le sigue agricultura, con un recorte de 5,7 %; luego construcción, con una baja de 5 %, y por último comercio, con una disminución de 4,3 %.
Según los datos, la industria manufacturera pasó de tener 24.576 empresas en enero a contar con 22.672 en agosto.
Fuente: La Tercera

Tuesday, December 6, 2016

El secreto de Chile




“CHILE SE HA CONVERTIDO EN UN OASIS DE PROSPERIDAD EN UN CONTINENTE LATINOAMERICANO QUE SE HA DISTINGUIDO, Y SIGUE DISTINGUIÉNDOSE, POR LOS FRACASOS ECONÓMICOS. ”


RICARDO VALENZUELA
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Durante los últimos 20 años, Chile frecuentemente ha sido citado como un ejemplo económico y político para el resto de las naciones del mundo. Después de su regreso a la democracia ha habido una aprobación general, gran admiración, y el compromiso de los chilenos para continuar el desarrollo económico del país con la misma receta que ha producido esta historia de éxito.



Chile, a nivel mundial, es considerado como un modelo de balance, prudencia democrática y de un eficiente manejo económico. Sin embargo, hace poco tiempo Chile era un muy controversial país a imagen y semejanza del resto de América Latina. Tanto la "revolución de la libertad" del presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Sr. (1964-70), como la "ruta legal hacia el socialismo" activada por Salvador Allende (1970-1973), en su momento atrajeron la atención de diferentes segmentos de gente en tiempos diferentes y en diferentes partes del mundo, y finalmente enviaron al país a una espiral de fracasos y desesperación.

En Septiembre de 1973, ante el clamor popular, una junta militar derrocó al presidente socialista Salvador Allende provocando una ola de indignación a nivel mundial ante la destrucción de la democracia chilena. El Gral. Pinochet y sus métodos de gobierno provocaron un rechazo universal, pero, como afirma inclusive Amnistía Internacional,Pinochet respondió sangre con sangre. Sin embargo, desde el principio la transformación económica implementada en Chile de inmediato adquirió un enorme prestigio y aceptación ante las instituciones financieras internacionales. 

A partir de mediados de los años 70s, Chile se convirtió en el consentido del FMI y de los bancos internacionales. Chile también se convirtió en el país mas visitado por periodistas representando la prensa conservadora mundial, así como una prestigiada lista de académicos encabezada por los miembros mas distinguidos de la escuela de economía de la Universidad de Chicago, incluyendo al legendario Milton Friedman.

Chile se había convertido en el primer experimento y el ejemplo más famoso de aplicación de las reglas de economía ortodoxa en un país subdesarrollado. Se había convertido en el laboratorio en el cual se probarían las teorías liberales en una nación del tercer mundo, algo nunca intentado. Se había convertido también en el ejemplo del estrepitoso fracaso del socialismo latinoamericano. El comercio internacional fue liberalizado, los precios fueron dejados también a las leyes de oferta y demanda, las empresas estatales fueron privatizadas, el sector financiero desregulado, y las funciones del estado fueron drásticamente reducidas.

En el transcurso de unos cuantos y violentos años, la sociedad chilena fue sujeta a dos proyectos totalmente contradictorios. De 1970 a 1973, el régimen de Allende implementó un programa "antiimperialista" nacionalizando la mayoría de los sectores productivos de la nación, expropiando propiedad privada, y remplazando el mercado con sistemas draconianos de control de precios. Después, de 1974 a 1978, el régimen de Pinochet desarrolló un radical programa de liberación económica basado en el uso indiscriminado de los mecanismos de mercado, el desmantelamiento y reducción del estado, la desregulación del sector financiero, y un discurso en el que se dejaba al mercado la habilidad para resolver prácticamente cualquier problema que enfrentara la sociedad.

El interés en Chile en el exterior creció y atrajo gran solidaridad por otro factor: El grupo de economistas seleccionados por el Gral. Pinochet para la reconstrucción del país, quienes eran conocidos como los "Chicago boys" puesto que todos ellos habían llevado a cabo estudios de post grado en esa prestigiada Universidad americana.

De inmediato los noveles economistas se distinguieron no solo por la audacia de su revolución económica, sino también por su inquebrantable fe en la ciencia económica como la base de legitimación de sus medidas draconianas, y la habilidad del mercado para resolver la multitud de problemas heredados por el sueño socialista. También, de inmediato manifestaron su total rechazo al papel tan activo que el Estado había siempre representado en el desarrollo del proceso. De esa forma el caso chileno se convirtió un modelo, un fenómeno muy especial que no había nacido de alguna experiencia histórica.

Ahora, es importante señalar que el milagro chileno no se dio como el de la multiplicación de los panes y los peces, es decir, al instante. No, se tuvieron una serie de tropiezos que inclusive provocaron una seria recesión en 1982, lo que se tradujo en el desembarco de una segunda generación de Chicago Boys aun más determinados y convencidos de las bondades del mercado. Finalmente, en esta segunda fase y después de casi 15 años de ardua lucha sin titubeos ni vacilaciones, el verdadero milagro chileno afloraba a la superficie para admiración del mundo. En esta segunda carga, los Chicago Boys gozaron como nunca de el apoyo incondicional de los militares para establecer todas sus reformas y transformar el país.  

Las reformas implementadas por los Chicago Boys hasta la fecha, aunque duras, son consideradas admirables y las bases sobre las que descansa en estos momentos el éxito de Chile. El proceso doloroso al cual Chile fue expuesto después del fracaso del experimento de Allende, es considerado como los cimientos sobre los que descansa la libertad y progreso del país a más de 20 años de distancia.

Chile se adelantó casi dos décadas a los procesos que toda América Latina inició a finales de los 80s luego saboteados. Pero más impresionante, Chile se anticipó con sus reformas, inclusive, a las tan famosas revoluciones de EU e Inglaterra encabezadas por Reagan y la Thatcher. Hay intelectuales que se atreven a afirmar que el exitoso experimento de Chile, fue lo que provocó que el mundo entero abrazara los mercados en los años 80s y 90s, y la inspiración de Gorbachev para darle el tiro de gracia al comunismo soviético.

Con la implantación casi a la fuerza del modelo de mercado libre de parte de los economistas de Pinochet, y el regreso a la democracia servida por él mismo, Chile se ha identificado como el ejemplo mundial de una sociedad que ya no puede combinar desarrollo económico, que beneficia a pocos, con un régimen autoritario que excluye a la mayoría.

Chile se ha convertido en un país en el cual se ha edificado un verdadero capitalismo democrático, un capitalismo incluyente, un nuevo capitalismo para todos. Chile se ha convertido en un oasis de prosperidad en un continente latinoamericano que se ha distinguido, y sigue distinguiéndose, por los fracasos económicos

Monday, November 28, 2016

Populistas contra trabajadores en Chile

Carlos Rodríguez Braun expone las falacias esgrimidas en Chile por movimientos populistas que ponen en riesgo la libertad para elegir que tienen los trabajadores chilenos en cuanto a su pensión de jubilación.


Carlos Rodríguez Braun
 
es doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Historia del Pensamiento Económico en la misma universidad. Su blog se encuentra en www.carlosrodriguezbraun.com y su cuenta de Twitter es @rodriguezbraun.
La izquierda chilena ha lanzado una campaña contra el sistema privado de pensiones de capitalización, en el cual los trabajadores son propietarios de su pensión.
El resultado económico del sistema ha sido espectacular, contribuyendo a que el país andino haya dejado atrás el subdesarrollo, y la pobreza haya caído del 50% al 8% en las últimas cuatro décadas. Con todo, posiblemente no sea el éxito económico lo más importante, sino lo que significa el sistema en términos de dignidad personal, porque las trabajadoras y los trabajadores son allí dueños de su propio destino, y, al revés que en los sistemas de Seguridad Social pública y de reparto, los pensionistas no son siervos de los poderosos ni moneda de cambio electoral.


El ataque contra los trabajadores chilenos ha venido precedido de una intensa intoxicación populista, de esas en las que descuella el antiliberalismo. El movimiento “Acusa AFP”, que pide la eliminación del sistema, proclama: “el pueblo chileno debe recuperar el derecho a decidir”. Se trata de una completa mentira, porque es precisamente el sistema privado el que ampara la libertad del pueblo y su derecho a decidir; al ser un sistema de capitalización, asegura que cada trabajador sea partícipe del fondo que, al final de su vida laboral, le brindará las prestaciones de jubilación. Si el sistema es público y de reparto, como nuestra Seguridad Social, la única garantía del cobro de la jubilación es que el poder obligue a los trabajadores en activo a pagar en cada momento las pensiones de los pensionistas. Los cambios demográficos y las arbitrariedades políticas pueden poner y ponen en riesgo al sistema, lo que no sucedería si fuera de capitalización.
La izquierda en España y otros países se ha entusiasmado con la campaña de los populistas chilenos, y aquí también secundan patrañas con el mensaje: “Defendamos las pensiones públicas en contra de estos buitres financieros”. Su argumento es que el sistema chileno ha fracasado porque paga pensiones bajas, y solo ha beneficiado a los bancos.
Veamos esta última idea. Por supuesto que el sistema ha beneficiado a los fondos privados de pensiones, como era de esperar, pero el punto central de la crítica, que son las comisiones elevadas y crecientes que cobran los fondos, es falso: las comisiones no solo no han subido, sino que se han reducido sensiblemente en las últimas décadas.
El sistema, lejos de ser un fracaso, ha sido un éxito, y su rentabilidad en términos reales se sitúa en torno a un 8% anual. Tampoco es verdad que pague unas pensiones bajas, porque los trabajadores que han ahorrado durante treinta años o más están cobrando una pensión media de 1.000 dólares por mes, lo que es una suma digna incluso para un país más rico, como España, y una suma más importante en Chile. Si la pensión media es baja es porque muchos pensionistas, por diversas razones, han ahorrado durante menos tiempo, pero no es culpa del sistema. Y, desde luego, habrían cobrado aún menos si se hubiese mantenido la antigua Seguridad Social.

Wednesday, November 16, 2016

¿El secreto de Chile?




“CHILE SE HA CONVERTIDO EN UN OASIS DE PROSPERIDAD EN UN CONTINENTE LATINOAMERICANO QUE SE HA DISTINGUIDO, Y SIGUE DISTINGUIÉNDOSE, POR LOS FRACASOS ECONÓMICOS. ”


RICARDO VALENZUELA
Durante los últimos 20 años, Chile frecuentemente ha sido citado como un ejemplo económico y político para el resto de las naciones del mundo. Después de su regreso a la democracia ha habido una aprobación general, gran admiración, y el compromiso de los chilenos para continuar el desarrollo económico del país con la misma receta que ha producido esta historia de éxito.

Chile, a nivel mundial, es considerado como un modelo de balance, prudencia democrática y de un eficiente manejo económico. Sin embargo, hace poco tiempo Chile era un muy controversial país a imagen y semejanza del resto de América Latina. Tanto la "revolución de la libertad" del presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Sr. (1964-70), como la "ruta legal hacia el socialismo" activada por Salvador Allende (1970-1973), en su momento atrajeron la atención de diferentes segmentos de gente en tiempos diferentes y en diferentes partes del mundo, y finalmente enviaron al país a una espiral de fracasos y desesperación.


En Septiembre de 1973, ante el clamor popular, una junta militar derrocó al presidente socialista Salvador Allende provocando una ola de indignación a nivel mundial ante la destrucción de la democracia chilena. El Gral. Pinochet y sus métodos de gobierno provocaron un rechazo universal, pero, como afirma inclusive Amnistía Internacional,Pinochet respondió sangre con sangre. Sin embargo, desde el principio la transformación económica implementada en Chile de inmediato adquirió un enorme prestigio y aceptación ante las instituciones financieras internacionales. 

A partir de mediados de los años 70s, Chile se convirtió en el consentido del FMI y de los bancos internacionales. Chile también se convirtió en el país mas visitado por periodistas representando la prensa conservadora mundial, así como una prestigiada lista de académicos encabezada por los miembros mas distinguidos de la escuela de economía de la Universidad de Chicago, incluyendo al legendario Milton Friedman.

Chile se había convertido en el primer experimento y el ejemplo más famoso de aplicación de las reglas de economía ortodoxa en un país subdesarrollado. Se había convertido en el laboratorio en el cual se probarían las teorías liberales en una nación del tercer mundo, algo nunca intentado. Se había convertido también en el ejemplo del estrepitoso fracaso del socialismo latinoamericano. El comercio internacional fue liberalizado, los precios fueron dejados también a las leyes de oferta y demanda, las empresas estatales fueron privatizadas, el sector financiero desregulado, y las funciones del estado fueron drásticamente reducidas.

En el transcurso de unos cuantos y violentos años, la sociedad chilena fue sujeta a dos proyectos totalmente contradictorios. De 1970 a 1973, el régimen de Allende implementó un programa "antiimperialista" nacionalizando la mayoría de los sectores productivos de la nación, expropiando propiedad privada, y remplazando el mercado con sistemas draconianos de control de precios. Después, de 1974 a 1978, el régimen de Pinochet desarrolló un radical programa de liberación económica basado en el uso indiscriminado de los mecanismos de mercado, el desmantelamiento y reducción del estado, la desregulación del sector financiero, y un discurso en el que se dejaba al mercado la habilidad para resolver prácticamente cualquier problema que enfrentara la sociedad.

El interés en Chile en el exterior creció y atrajo gran solidaridad por otro factor: El grupo de economistas seleccionados por el Gral. Pinochet para la reconstrucción del país, quienes eran conocidos como los "Chicago boys" puesto que todos ellos habían llevado a cabo estudios de post grado en esa prestigiada Universidad americana.

De inmediato los noveles economistas se distinguieron no solo por la audacia de su revolución económica, sino también por su inquebrantable fe en la ciencia económica como la base de legitimación de sus medidas draconianas, y la habilidad del mercado para resolver la multitud de problemas heredados por el sueño socialista. También, de inmediato manifestaron su total rechazo al papel tan activo que el Estado había siempre representado en el desarrollo del proceso. De esa forma el caso chileno se convirtió un modelo, un fenómeno muy especial que no había nacido de alguna experiencia histórica.

Ahora, es importante señalar que el milagro chileno no se dio como el de la multiplicación de los panes y los peces, es decir, al instante. No, se tuvieron una serie de tropiezos que inclusive provocaron una seria recesión en 1982, lo que se tradujo en el desembarco de una segunda generación de Chicago Boys aun más determinados y convencidos de las bondades del mercado. Finalmente, en esta segunda fase y después de casi 15 años de ardua lucha sin titubeos ni vacilaciones, el verdadero milagro chileno afloraba a la superficie para admiración del mundo. En esta segunda carga, los Chicago Boys gozaron como nunca de el apoyo incondicional de los militares para establecer todas sus reformas y transformar el país.  

Las reformas implementadas por los Chicago Boys hasta la fecha, aunque duras, son consideradas admirables y las bases sobre las que descansa en estos momentos el éxito de Chile. El proceso doloroso al cual Chile fue expuesto después del fracaso del experimento de Allende, es considerado como los cimientos sobre los que descansa la libertad y progreso del país a más de 20 años de distancia.

Chile se adelantó casi dos décadas a los procesos que toda América Latina inició a finales de los 80s luego saboteados. Pero más impresionante, Chile se anticipó con sus reformas, inclusive, a las tan famosas revoluciones de EU e Inglaterra encabezadas por Reagan y la Thatcher. Hay intelectuales que se atreven a afirmar que el exitoso experimento de Chile, fue lo que provocó que el mundo entero abrazara los mercados en los años 80s y 90s, y la inspiración de Gorbachev para darle el tiro de gracia al comunismo soviético.

Con la implantación casi a la fuerza del modelo de mercado libre de parte de los economistas de Pinochet, y el regreso a la democracia servida por él mismo, Chile se ha identificado como el ejemplo mundial de una sociedad que ya no puede combinar desarrollo económico, que beneficia a pocos, con un régimen autoritario que excluye a la mayoría.

Chile se ha convertido en un país en el cual se ha edificado un verdadero capitalismo democrático, un capitalismo incluyente, un nuevo capitalismo para todos. Chile se ha convertido en un oasis de prosperidad en un continente latinoamericano que se ha distinguido, y sigue distinguiéndose, por los fracasos económicos

Milton Friedman y sus recomendaciones a Chile

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José Piñera fue el ministro del Trabajo y Previsión Social de Chile responsable de la reforma radical del sistema de pensiones en 1980 (www.josepinera.org) y es académico distinguido del Instituto Cato.
En los últimos 10 años forjamos una amistad intelectual con Milton Friedman en múltiples encuentros, de los cuales destaco tres:
a) El 1 de Mayo de 1996 lo visité, con mi amigo Carlos Gómez, en su departamento en San Francisco con ocasión de los 15 años del inicio de operaciones del sistema de AFP y fuimos deslumbrados por horas por una mente brillante y un corazón valiente;
b) Al año siguiente, viajamos juntos en una limousine interminable desde San Francisco a San José, con Rose y el presidente del Cato Institute Ed Crane, pues en un gesto notable accedió a introducirme en una conferencia que me habían pedido 200 empresarios líderes de Sillicon Valley;


c) Junto con Antonio Martino, entonces Ministro de Defensa de Italia, fuimos los únicos extranjeros invitados a la ceremonia en la Casa Blanca del 9 de Mayo del 2002, llamada "A Lifetime of Achievement: Milton Friedman at 90", en la cual destacaron sus contribuciones el Presidente George W. Bush, el ex-Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, el Presidente del Federal Reserve Alan Greenspan, el Ministro de Justicia de Reagan Ed Meese, y el Premio Nobel Gary Becker.
Las ideas de Milton Friedman fueron claves en la Refundación de Chile y, desde ya, fue en el Capítulo 11 de su libro "Capitalismo y Libertad" donde por primera vez leí, a mediados de los 60, la idea que cambiaría mi vida: que en una sociedad libre se podía y se debía privatizar la previsión social.
Como no me atrevo a traducir a Yeats, permítanme despedirme de Milton Friedman con este poema en inglés: "Think where man´s glory most begins and ends/And say my glory was I had such friends".
Aquí está el texto completo de la carta que le envió Milton Friedman al Presidente Pinochet el 21 de Abril de 1975, despues de una visita de una semana a Chile. Ella aparece, por cierto en inglés, en el libro de memorias de Milton y Rose Friedman titulado "Two Lucky People" (The University of Chicago Press, 1998).

21 de Abril, 1975.

Personal
Excmo. Sr. Augusto Pinochet Ugarte
Presidente
Edificio Diego Portales
Santiago, Chile

Estimado señor Presidente:
Durante la visita que le hiciéramos el viernes 21 de Marzo, realizada con el objeto de discutir la situación económica de Chile, Usted me pidió que le transmitiera mi opinión acerca de la situación y políticas económicas chilenas luego de completar mi estancia en su país. Esta carta responde a tal requerimiento.
Permítame primero decirle cuán agradecidos estamos mi esposa y yo de la cálida hospitalidad que nos brindaran tantos chilenos durante nuestra breve visita; nos hicieron sentir como si realmente estuviéramos en casa. Todos los chilenos que conocimos estaban muy conscientes de la seriedad de los problemas que su país enfrenta, dándose cuenta de que el futuro inmediato iba a ser muy difícil. Sin embargo, todos mostraban una firme determinación en aras de superar dichas dificultades y una especial dedicación en el trabajo por un futuro más próspero.
El problema económico fundamental de Chile tiene claramente dos aristas: la inflación y la promoción de una saludable economía social de mercado. Ambos problemas están relacionados: cuánto más efectivamente se fortalezca el sistema de libre mercado, menores serán los costos transicionales de terminar con la inflación. Sin embargo, y pese a estar relacionados, se trata de dos problemas diferentes: el fortalecimiento del libre mercado no culminará con la inflación per se, como tampoco terminar con la inflación derivará automáticamente en un vigoroso e innovador sistema de libre mercado.
La causa de la inflación en Chile es muy clara: el gasto público corresponde, aproximadamente, a un 40% del ingreso nacional. Cerca de un cuarto de este gasto no deriva de impuestos explícitos y, por lo tanto, debe ser financiado emitiendo una mayor cantidad de dinero; en otras palabras, a través del impuesto oculto de la inflación. El impuesto inflación, utilizado para levantar una cantidad de dinero equivalente al 10% del ingreso nacional es, por ende, extremadamente gravoso - una tasa impositiva de 300% a 400% (es decir, la tasa de inflación)- impuesta sobre una estrecha base de cálculo- 3% a 4% del ingreso nacional (es decir, el valor de la cantidad de dinero que circula en Chile como efectivo y depósitos en cuentas corrientes).
Este impuesto inflación genera un enorme daño al inducir a las personas a dedicar un gran esfuerzo por limitar su posesión de dinero en efectivo. Esa es la razón por la cual la base es tan estrecha. En la mayoría de los países, desarrollados y subdesarrollados, la cantidad de dinero es más cercana al 30% del ingreso nacional que al 3% o 4% de éste. Desde la perspectiva del gasto total, que es un múltiplo del ingreso, el dinero en Chile alcanza sólo a algo así como 3 días de gasto, lo que fuerza a realizar nada más que operaciones de subsistencia en el rubro comercio, además de estrangular al mercado de capitales.
Existe solo una manera de terminar con la inflación: reducir drásticamente la tasa de incremento en la cantidad de dinero. En la situación de Chile, el único modo para lograr la disminución de la tasa de incremento en la cantidad de dinero es reducir el déficit fiscal. Por principio, el déficit fiscal puede ser reducido disminuyendo el gasto público, aumentando los impuestos o endeudándose dentro o fuera del país. Exceptuando el endeudamiento externo, los otros tres métodos tendrían los mismos efectos transitorios en el empleo, aunque afectando a diferentes personas -disminuir el gasto público afectaría inicialmente a los empleados públicos, aumentar los impuestos afectaría inicialmente a las personas empleadas por quienes pagan impuestos, y endeudarse afectaría inicialmente a las personas empleadas por los titulares de los créditos o por la las personas que, de otro modo, hubieran conseguido esos fondos prestados.
En la práctica, disminuir el gasto público es, por lejos, la manera más conveniente para reducir el déficit fiscal ya que, simultáneamente, contribuye al fortalecimiento del sector privado y, por ende, a sentar las bases de un saludable crecimiento económico.
La disminución del déficit fiscal es requisito indispensable para terminar con la inflación. Un problema menos claro es cuán rápidamente debe terminarse con ella. Para un país como Estados Unidos, en el cual la inflación es de alrededor del 10%, yo aconsejo una política gradual de eliminación en dos o tres años. Pero para Chile, en que la inflación se mueve entre el 10% y 20% mensual, creo que graduar su eliminación no es viable; conllevaría una tan gravosa operación por un periodo de tiempo tan largo, que temo la paciencia no acompañaría el esfuerzo.
No existe ninguna manera de eliminar la inflación que no involucre un periodo temporal de transición de severa dificultad, incluyendo desempleo. Sin embargo, y desafortunadamente, Chile enfrenta una elección entre dos males, un breve periodo de alto desempleo o un largo periodo de alto desempleo, aunque sutilmente inferior al primero. En mi opinión, las experiencias de Alemania y Japón luego de la II Guerra Mundial, de Brasil más recientemente, del reajuste de postguerra en Estados Unidos, cuando el gasto público fue reducido drástica y rápidamente, argumentan en pro de un tratamiento de shock. Todas estas experiencias sugieren que este periodo de severas dificultades transicionales sea breve (medible en meses) para que así la subsecuente recuperación sea rápida.
Para mitigar los costos de la transición y facilitar la recuperación, creo que las medidas fiscales y monetarias debieran ser parte de un paquete que incluya medidas que eliminen los obstáculos a la empresa privada y que alivien la aguda angustia.
Para acotar, haré un bosquejo de los contenidos de un paquete de propuestas específicas. Mi conocimiento de Chile es muy limitado como para permitirme ser tanto preciso como exhaustivo, de modo que estas medidas deben ser consideradas más bien como ilustrativas.
Si este enfoque de shock fuera adoptado, creo que debiera ser anunciado pública, muy detalladamente y, además, entrar en vigor en una fecha muy cercana a dicho anuncio. Cuánto mejor informado se encuentre el público, más contribuirán sus reacciones al ajuste. A continuación propongo una muestra de las medidas que debieran ser tomadas:
1.- Una reforma monetaria que reemplace el escudo por el peso, con 1 peso = 10.000 escudos (o quizás 1.000 escudos). Por sí misma, esta medida no produciría ningún efecto sustancial, pero cumpliría una valiosa función sicológica.
2.- Un compromiso del gobierno de reducir su gasto en 25% dentro de seis meses; reducción que debiera tomar la forma de una disminución transversal del presupuesto de cada repartición en 25%, con los relativos a personal a tomarse cuán pronto como sea posible. Sin embargo, las reducciones de gasto debieran ser escalonadas en base a un periodo de seis meses para permitir el pago de generosas indemnizaciones. (Cualquier intento de ser selectivo o parcial tiene la probabilidad de fracasar debido a las posibles manipulaciones de cada repartición por lograr que la reducción presupuestaria afecte a otra de ellas. Es preferible hacer primero una reducción transversal, para luego reasignar el total ya reducido).
3.- Un crédito nacional de estabilización otorgado por el público para complementar la reducción del gasto durante los seis primeros meses para permitir así una más rápida reducción en la emisión de dinero que en el gasto. Las condiciones debieran incluir un reajuste por inflación para lograr la confianza del público en la determinación del gobierno de terminar con la inflación.
4.- Si fuera posible, un crédito externo de estabilización para el mismo propósito.
5.- Un categórico compromiso del gobierno de que después de seis meses no financiará más gasto alguno a través de la emisión de dinero. (Así como la recuperación económica se vaya dando, la cantidad de dinero deseable en términos reales, esto es, la cantidad consistente con precios estables, aumentará. Sin embargo, este incremento debiera servir como base para la expansión de un mercado de capitales privado en vez de utilizarse para financiar gasto público).
6.- Continuar con vuestra política actual de un tipo de cambio diseñado para aproximarse a un tipo de cambio de libre mercado.
7.- La eliminación de la mayor cantidad posible de obstáculos que, hoy por hoy, entorpecen el desarrollo del libre mercado. Por ejemplo, suspender, en el caso de las personas que van a emplearse, la ley actual que impide el despido de los trabajadores. En la actualidad, esta ley causa desempleo. También, eliminar los obstáculos a la creación de nuevas instituciones financieras. Asimismo, eliminar la mayor cantidad posible de controles sobre los precios y salarios. El control de precios y salarios no sirve como medida para eliminar la inflación; por el contrario, es una de las peores partes de la enfermedad. (Eliminar obstáculos, pero no sustituir subsidios. La empresa privada tendrá la facultad de gozar de las recompensas del éxito sólo si también arriesga soportar los costos del fracaso. Todo hombre de negocios cree en la libre empresa para todos, pero busca también favores especiales para sí mismo. Ningún obstáculo, ningún subsidio; esa debiera ser la regla).
8.- Tome las providencias necesarias para aliviar cualquier caso de real dificultad y severa angustia que se de entre las clases más pobres. Tome en cuenta que las medidas tomadas no producirán, por sí mismas, daño en estos grupos. El despido de empleados públicos no reducirá la producción, sino que simplemente eliminará gasto- sus despidos no significarán la producción de un pan o un par de zapatos menos. Pero indirectamente, algunas de las clases menos privilegiadas serán afectadas y, séanlo o no, el programa de medidas será señalado como el culpable de sus angustias. Por lo tanto, sería beneficioso tomar ciertas providencias de este tipo en dicho programa. En este aspecto, mi ignorancia de la situación y acuerdos actuales vigentes en Chile me hacen imposible ser más específico.
Un programa de shock tal como este podría eliminar la inflación en cuestión de meses. También fundaría las bases necesarias para lograr la solución de su segundo problema- la promoción de una efectiva economía social de mercado.
Este no es un problema de reciente origen, sino que surge de tendencias al socialismo que comenzaron hace 40 años y que alcanzaron su lógico, y terrible clímax, durante el régimen de Allende. Ustedes han sido extremadamente sabios en la aplicación de las muchas medidas que ya han tomado para revertir esta tendencia.
La eliminación de la inflación llevará a una rápida expansión del mercado de capitales, lo cual facilitará en gran medida la privatización de empresas y actividades que aún se encuentran en manos del Estado.
El más importante paso en este sentido es la liberalización del comercio internacional para, de este modo, proveer de una efectiva competitividad a las empresas chilenas y promover la expansión tanto de las importaciones como de las exportaciones. Lo anterior no sólo mejorará el bienestar del chileno común al permitirle adquirir todos los bienes al menor costo, sino que también disminuirá la dependencia de Chile en un sola exportación de importancia: el cobre. Quizás la mayor recompensa en esta área se obtendría a través de la liberalización de la importación de vehículos motorizados.
Estoy conciente de que su Gobierno ya ha dado pasos importantes y planea otros futuros en orden a reducir las barreras al comercio internacional y a liberalizarlo, y que, como resultado de ello, la ventaja competitiva real de Chile se refleja mejor en éste hoy que en las décadas pasadas. Este es un gran logro. También veo que en esta área existe un fuerte argumento a favor de una gradualización para entregar a los productores chilenos una oportunidad para ajustarse a las nuevas condiciones. No obstante, gradualismo no debe significar quedarse estancado. En mi opinión personal, creo que un buen consejo para Chile sería dirigirse a la liberalización del comercio a una velocidad y en una extensión mucho mayores de las que hasta ahora han sido propuestas. Un comercio totalmente libre es el objetivo final deseable, aunque no sea posible de alcanzar en el más cercano futuro.
Quisiera concluir esta carta diciendo que estoy seguro que Chile tiene un gran potencial. Ha sido un pueblo capaz, letrado, creativo y lleno de energía, que tiene una larga historia y tradición de orden y paz social. Hace unos cuarenta años atrás, Chile, como muchos otros países, incluyendo el mío, se encausó en la ruta equivocada- por buenas razones y sin maldad, ya que fueron errores de hombres buenos y no malos. El mayor error, en mi opinión, fue concebir al Estado como el solucionador de todos los problemas, de creer que es posible administrar bien el dinero ajeno.
Si Chile toma hoy la senda correcta, creo que puede lograr otro milagro económico: despegar hacia un crecimiento económico sostenido que proveerá una ampliamente compartida prosperidad. Pero para aprovechar esta oportunidad, Chile deberá primero superar un muy dificultoso periodo de transición.
Sinceramente,
Milton Friedman