Factor Malaver:¿Cumbre de No Alineados o de una secta satánica?
Todo lo cual, le confiere un cierto sabor de ultratumba, si tomamos en cuenta que las razones que motivaron la fundación del Movimiento de los No Alineados (no alinearse con ninguna de las dos potencias o bloques que motorizaron la Guerra Fría: la URSS o EEUU), ya no existen, pues el comunismo soviético desapareció de la faz de la tierra, y el capitalismo norteamericano ha dado tantos tumbos que, a veces parece socialista y a veces capitalista.
Quiere decir que el MNOAL todavía sobrevive, porque algunos dictadores tercermundistas de derecha o de izquierda, han visto su utilidad como un foro donde, con alguna propaganda, se reúnen a apoyarse entre ellos, pero no para combatir al desaparecido capitalismo norteamericano de la Guerra Fría, sino para enfrentar y reprimir las luchas de sus pueblos por derrocar a sus dictaduras y vivir en sistema de democracia, libertad y estado de Derecho.
Ello explica que, los primeros chicharrones de la cazuela del sanchocho dictatorial que hierve en Margarita, sean dos autócratas de vieja data, los abuelos de la represión y la violación de los derechos humanos en el mundo, los ancianos dictadores de Zimbawue, Roberto Mugabe (88 añitos) y Raúl Castro de Cuba (85).
Y por ahí me cuentan que vienen volando Lukashenko (el último dictador de Europa) y el de Guinea Ecuatorial. Teodoro Obiang (muy amigo de Kristina Kirchner) y algunos más (que no son muchos) y solo se hacen recordar cuando ejecutan masacres o atropellos contra sus opositores.
Pero tampoco faltarán los pichones de dictadores latinoamericanos que prohijaron Chávez y Fidel Castro (Ortega de Nicaragua, Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia), participaron, cual buitres, en el festín de las riquezas venezolanas, y ahora le pagan con apoyo a un Maduro que tiene a Venezuela en la carraplana, pero siempre les “tira algo”, aunque sea por no perder la costumbre.
Todos viajando desde donde sea necesario para ofrecerle el juramento de “omertà” a Maduro, rito de origen mafioso que significa protegerse en las vagabunderías de unos y otros, sobre todo cuando versan de corrupción, participación en los diversos delitos de la delincuencia organizada, la represión de sus pueblos y prácticas seudorreligiosas que no pocas veces tienen que ver con el satanismo, la palería y otros algoritmos diabólicos.
De todo ello precisa un vapuleado Maduro, autor de una de las catástrofes humanitarias más crueles de todos los tiempos, rechazado hasta por un 85 por ciento de los venezolanos, a dos meses de ser revocado, y a punto de lucir el traje a rayas y el bonete de los juzgados por crímenes de lesa humanidad.