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Friday, December 9, 2016

La oposición venezolana y la propiedad privada

Luis Alfonso Herrera cuestiona la Ley para la Activación y Fortalecimiento de la Producción Nacional aprobada recientemente por la oposición venezolana.


Luis Alfonso Herrera
 
es Licenciado en Filosofía y Abogado especializado en Derecho Administrativo por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Herrera se desempeña actualmente como Investigador de CEDICE-Libertad y es director de la asociación civil Un Estado de Derecho. Además, es profesor de la UCV.
No es de sorprender que quien no tiene los talentos naturales para producir riqueza, ni el ingenio y tenacidad para innovar y emprender en materia económica, ni se ha dedicado a producir bienes y prestar servicios para satisfacer necesidades humanas, no manifieste respeto y valoración alguna por la propiedad privada, e incluso hasta sienta molestia y un oculto repudio a esta institución clave de la historia de la civilización.
Lo anterior explica por qué para políticos, gobernantes y burócratas, en cualquier parte del mundo, disponer y violentar la propiedad de otros, o menospreciar su protección y garantía, es tan sencillo, pues por lo general se trata de individuos que no tienen idea, ni mayor interés, de lo esencial que resulta la propiedad privada, en especial sobre los bienes para la producción de otros bienes, para garantizar la libertad individual y la calidad de vida de las personas, tanto de las que son propietarias directas de esos bienes, como de las de otras millones que no lo son pero que también se benefician en forma directa (como consumidores o trabajadores) o indirecta (como beneficiarios de servicios que se pagan con impuestos) del aprovechamiento privado de esos bienes.


Para ilustrar mejor el punto, es de utilidad tener en cuenta la explicación del economista Martín Krause en su ensayo "El derecho de propiedad, su origen y la tragedia de su ausencia", acerca del papel de la propiedad en una sociedad libre y como pilar mismo de la civilización: “Cuidamos la propiedad, porque significa riqueza. Nos permite disfrutar los ingresos o beneficios que sean provenientes de ella. Propiedad es todo tipo de posesión personal: nuestros animales, libros, relojes, autos, ropa, dinero. Es decir, pueden ser sujetos de propiedad todos los recursos naturales de la tierra (minerales, ríos, etc.), herramientas, máquinas, fábricas, escuelas, casas, calles, mercaderías y más aún, hasta nuestras habilidades y talentos: nuestra habilidad para producir, nuestra capacidad para trabajar o crear son nuestra propiedad”.
Según el mismo autor “…la propiedad, en realidad, no significa que el propietario disfrute solamente de los beneficios que esta pueda darle, debe también soportar todas las cargas y responsabilidades de lo que haga con ella. Le toca asumir los costos de su mantenimiento o mejora y hacerse cargo de las pérdidas que generen sus equivocadas decisiones. La creciente extensión de la propiedad privada favoreció e impulsó el avance de la civilización en dos sentidos. El primero de ellos es el incentivo al progreso: está claro que pondré mis mayores esfuerzos en cualquier tipo de actividad en la medida que pueda gozar plenamente de los frutos del esfuerzo realizado en el aprovechamiento de mis recursos (…) El segundo aspecto por el cual la extensión de la propiedad privada favoreció el avance de la civilización se refiere a la protección de los recursos, es decir, de las cosas que son objeto de propiedad. El ‘propietario’ es un ‘protector’ ya que recaen sobre él los efectos de sus acciones: si cuida el recurso y lo multiplica se enriquece; si es negligente y permite su deterioro se empobrece”.
Es por todo lo anterior que si proteger la propiedad privada ha de ser una finalidad de toda autoridad respetuosa de la libertad de las personas e interesados en su prosperidad en condiciones normales, entonces esa protección ha de fortalecerse con mayor razón y ahínco ante situaciones anormales, extraordinarias, en las que, por ejemplo, la propiedad privada haya sido atacada, desconocida sistemáticamente y pretendido abolir, como ha ocurrido en Venezuela durante los primeros años del siglo XXI.
Tal y como lo han documentado el Observatorio de la Propiedad de Cedice y Liderazgo y Visión y la organización Un Estado de Derecho, el gobierno de Venezuela ha ejecutado con base en una legislación contraria a la Constitución de 1999 y el Plan de la Patria 2013-2019 una política de desconocimiento y violación generalizada de la propiedad privada de millones de venezolanos, con el apoyo abierto de otros poderes públicos, en especial del Tribunal Supremo de Justicia, lo que se traduce en millares de violaciones de derechos humanosfundamentales que deben ser reconocidos y reparados por el Estado venezolano, y concretamente por actuales o futuras autoridades que pretendan devolver un sistema democrático y el Estado de Derecho al país.
Tan grave es lo sucedido, en términos de violencia contra las personas en todo el territorio nacional y destrucción de la economía nacional, a través de expoliaciones, ocupaciones, intervenciones, rescates, comisos, etc., que una promesa electoral de la oposición durante la campaña por la Asamblea Nacional en 2015 fue aprobar una ley especial de reversión de las expropiaciones, que estableciera medidas extraordinarias y apropiadas para hacer justicia a las víctimas e impedir que se cometieran nuevas violaciones de los derechos de propiedad en Venezuela.
En apoyo de esta oferta, Cedice y Un Estado de Derecho prepararon y consignaron en la Asamblea Nacional un anteproyecto de Ley de Restitución y Garantía de la Propiedad Privada, con medidas extraordinarias y especiales, enmarcadas en las prácticas de la llamada justicia transicional, para hacer justicia y para brindar seguridad jurídica en materia económica, de modo que las inversiones privadas vuelvan al país y hagan posible su reconstrucción.
Por ello sorprende y decepciona encontrar que el Capítulo VI de la Ley para la Activación y Fortalecimiento de la Producción Nacional, aprobada en segunda discusión por la oposición el 30 de noviembre de 2016, incluya una cantidad de artículos sobre la restitución de la propiedad privada en Venezuela que no solo reflejan el desprecio y la ignorancia de los políticos opositores sobre la institución de la propiedad, sino su falta de solidaridad y de respeto hacia las miles de víctimas de graves y crueles violaciones de la propiedad privada, ejecutadas por el régimen socialista que aún detenta el poder.
En efecto, en dicho Capítulo VI se plantean medidas ordinarias para reparar violaciones extraordinarias del derecho humano a la propiedad privada, lo que supone cumplir con exigencias procesales y vías judiciales perniciosas para las víctimas, con muchos privilegios para el Estado, y que no permitirán a estas obtener justicia en un tiempo razonable y con efectividad. Además, nunca habla de violaciones de la propiedad privada, sino de responsabilidad patrimonial y de “ocupación o expropiación de hecho o irregular”, cuando lo que se ha aplicado es una política de Estado de desconocimiento de la propiedad privada. Se pretende, pues, ocultar la gravedad de lo ocurrido, haciéndose cómplice sin más de los autores de las graves violaciones, que quedarán impunes por esta vía.
Además, se pretende limitar —artículos 53 y 54— a solo algunos supuestos de violaciones de la propiedad privada, el derecho a la reparación, lo que es contrario al artículo 140 constitucional y puede dar lugar a discriminaciones inaceptables. Si bien la remisión de los artículos 55 y 57 es positiva en cuanto brinda objetividad a la determinación del monto a reparar por los daños ocasionados por las violaciones de la propiedad privada, es negativo al proponer un mecanismo para determinar ese monto que hará en exceso oneroso y complejo la reparación efectiva para todas las víctimas. Además, el origen no es una actuación lícita, como la expropiación, sino una ilícita, como es una vía de hecho, y más en concreto delitos contra las personas y la propiedad, es decir, robos.
Un aspecto especialmente criticable es la dificultad que se aprecia para la devolución a sus dueños de bienes en posesión del Estado tomados por la fuerza sin indemnización por la actividad a la que estén destinados (servicio público, uso público, etc.), pues esos bienes los posee y usa el Estado ilícitamente, tal y como si fuera un delincuente utilizando bienes que robó. Por otro lado, la referencia al Banco Central sin que antes se haya despolitizado causa preocupación también, ya que hasta tanto ello no ocurra los indicadores de ese ente no generan confianza ni certidumbre.
Tal vez lo peor de esta parte de la ley es atribuir la competencia para conocer de los reclamos por violaciones de la propiedad privada a jueces civiles de primera instancia como lo plantea el artículo 61. Estos jueces no tienen formación para juzgar al Estado, y menos aún para aplicar normas especiales en favor de la propiedad. Esta atribución de competencia a estos jueces puede tomarse como una deliberada decisión política de la oposición para desincentivar futuras demandas contra el Estado por lo cuesta arriba que será ganar esos juicios y superar todas las barreras procesales. Es una hipocresía hacer esto frente a la tragedia de las víctimas. La competencia debe ser de instancias, judiciales o no, creadas especialmente para este tema, bajo la dirección de personas formadas para ello y mediante procedimientos simples, no onerosos, sin privilegios procesales para el Estado y con garantía de ejecución efectiva de las decisiones que ordenen reparaciones. La opción elegida, deliberadamente, liquida toda posibilidad de tutela judicial efectiva para las víctimas de violaciones de los derechos de propiedad privada.
Otras críticas cabe formular a esta ley sancionada por la oposición, debido a la cantidad de controles y mecanismos contrarios a una economía abierta y competitiva que deja en pie, aplicados por el actual régimen estatista y de planificación central, que entre otras han sido formuladas por expertos como el profesor Vicente González de la Vega y el economista Enrique González Porras, todas las cuales llevan a preguntarse en qué medida los políticos que dicen adversar el autoritarismo político y económico actual en realidad tienen principios e ideas diferentes al oficialismo, si en lugar de actuar con la verdad y adoptar medidas que hagan justicia efectiva y reconozcan la gravedad de lo ocurrido, optan por ocultar tanto dolor, tanta arbitrariedad y mediante tecnicismos legales y vías que no son idóneas para reparar los daños e impedir nuevas violaciones, pretenden dar respuesta de forma inapropiada, incurriendo así en una suerte de convalidación de las violaciones graves de este y otros derechos humanos.
Ante tal proceder, a las víctimas, a los medios de comunicación, a la sociedad civil y a quienes valoran la libertad y la propiedad privada como condiciones para la civilización en toda sociedad, toca actuar, alzar la voz y rechazar este intento de la oposición, contrario a lo prometido en la oferta electoral de 2015, de no reparar los daños y no sancionar a los responsables de las cientos de miles de violaciones de la propiedad privada cometidas por el régimen socialista entre al menos 2005 hasta el trágico presente de este 2016.

Monday, October 17, 2016

LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL ESTADO



Alberto Mansueti

Lewis Henry Morgan (1818–81) fue un abogado y escritor estadounidense, considerado por Marx y Engels como uno de los padres de la Antropología. En su libro “Sistemas de consanguinidad y afinidad en la familia humana” (1871), Morgan dice haber comparado 139 sociedades. Y que el tipo de familia monogámica es apenas uno entre muchos, quizá no el mejor.

En “La Sociedad Primitiva” (1877) dice Morgan que los pueblos primitivos eran superiores a los civilizados en la propiedad colectiva, “y consiguiente hermandad, sentido de comunidad y de cooperación”. El estado surge cuando las tribus se establecen en sus territorios, y delimitan las propiedades para las familias. Concluye Morgan que “a futuro, la humanidad podría pasar a un nivel superior de civilización”, restableciendo la propiedad colectiva, y tal vez familias no monogámicas, o al menos no "patriarcalistas".
 
¿Suena actual? ¡Claro que sí! Marx y Engels admiraron a Morgan, casi tanto como a Darwin, en cuyo evolucionismo vieron sólida base para sus tesis económicas. En el Prefacio a la primera edición de “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” (1884), Engels dice que escribirlo fue como “cumplir un testamento”, ya que Marx (fallecido en 1883) quiso hacerlo, siguiendo a Morgan en su “análisis materialista de la historia”.

Enemigos declarados los tres del capitalismo, coincidían, y con razón, en verlo inseparable de la familia, de la propiedad privada, y del estado, “arma de explotación” del proletariado por la burguesía, cuya extinción debía ser acompañada por la abolición de las otras tres instituciones. ¡Y del cristianismo, por supuesto!

Sobre la disolución del estado, la discrepancia entre marxistas y anarquistas fue siempre que los primeros abogaban por una fase previa y transitoria: “la dictadura del proletariado”; nada más. Y entre comunistas y socialdemócratas, la divergencia fue que los segundos pensaron que la fulana dictadura podía darse evolutivamente, sin mediar una revolución sangrienta; el siglo XX les dio unas veces la razón a los unos, p. ej. en Rusia, y otras veces a los otros, p. ej. en EE.UU.

Por todo esto, el marxismo es coherente sobre “la familia, la propiedad privada y el estado”. Y el marxismo cultural no es “Neo” marxismo: es el mismo de siempre. A lo largo del siglo XX, con y sin violencia, se adoptaron los 9 primeros puntos del Manifiesto Comunista en casi todo el planeta; así se minó la propiedad privada, se arruinó la economía, y se hirió de muerte a la familia. Y se adoctrinó a niños y jóvenes con el punto 10, “educación pública”. Hoy el marxismo cultural sólo quiere “rematar” a la familia con el tiro en la nuca; y matar de paso a la religión cristiana.

Hasta aquí, todo es bastante coherente. Incoherentes son las mezclas “libertarias”: capitalismo y propiedad privada con anarquismo algunos, otros con marxismo cultural, y todos con antipolítica.

(1) A los anarquistas Proudhon y Bakunin ya Marx les desnudó contradicciones, a decir verdad; y Lenin, quien además acusó a los socialdemócratas de revisionistas y antimarxistas. Esto es discutible: quizá “revisionista” fuera Lenin, revolucionario y anti-evolutivo. Pero en “Marxismo y Revisionismo” (1908), Lenin afirmó que Marx y Engels son incompatibles con Bohm-Bawerk, en lo cierto también.

Lenin y Bohm-Bawerk, en sus respectivas y antagónicas posiciones, fueron coherentes, y es bueno leerles a ambos. Incoherentes son los “libertarios austro-anarquistas”, con Rothbard a la cabeza.

(2) ¿Y los ateos? Depende. Se puede ser ateo sin ser marxista cultural. Muchos autores ateos como Ayn Rand, saben que Morgan, Marx, Engels y Lenin tenían razón, y el capitalismo se liga a la familia, a la propiedad privada y al estado. Algunos como el filósofo y escritor chino Liu-Xiao-Feng, se definen “cristianos culturales”: no creyentes, admiten que el cristianismo, con su firme defensa de la familia, y de la propiedad privada, pilar y sostén de la institución familiar, ha hecho y sigue haciendo aportes fundamentales al real progreso civilizatorio.

Los “cristianos culturales” no son enemigos de la religión, pero no fingen ser religiosos. Por eso no deben ser confundidos con los “cristianos nominales” (o estadísticos), no creyentes tampoco, pero que no lo dicen, pues no les importa realmente: van a la Iglesia a “sentirse bien”, o con fines oportunistas.

Los cristianos deberían conocer estas cruciales distinciones, pero muchos lamentablemente desprecian el conocimiento, que creen incompatible con la fe cristiana, y en eso coinciden con los ateos más beligerantes.

(3) En su mayoría los “libertarios” son enemigos de la política, los partidos y la democracia, y nada práctico hacen por impulsar el capitalismo liberal, que dicen defender. Salvo pocas pero honrosas excepciones, se dedican sólo a conferencias eruditas y fiestas elegantes. Casi todos sus “tanques de pensamiento” son clubes sociales; no piensan, repiten los pensamientos de los célebres, y no mucho más. “Dolce far niente”.

¿Por qué? Ayn Rand tiene la respuesta, siguiendo a Aristóteles: los incoherentes se incapacitan para la acción eficaz, por sus ideas contradictorias y conceptos que no congenian; sean conscientes o no.

Pero a los líderes “libertarios” parece que poco les incomodan las inconsistencias, o las mezclas con corrientes ideológicas ajenas y opuestas a la tradición del Liberalismo Clásico, del que se declaran enemigos, y de las Cinco Reformas. Tal vez no les interese la suerte futura de nuestras patrias: sus “ideas de la libertad” son para algunos de sus dirigentes (no todos) un “modus comendi”, un negocio, para el que manipulan a los adolescentes y jóvenes con mínimo conocimiento y ninguna experiencia.

A nosotros liberales clásicos sí nos inquieta nuestra América, y mucho. Nos preocupa y angustia tanto el presente como el destino de nuestros países; por eso actuamos, o nos preparamos para actuar, en la política y los partidos. Y en la democracia, que con todos sus defectos, es la política vigente, y no menos legítima que las alternativas del pasado. Somos muy diferentes a ellos. Por eso nos atacan. Gracias por tu atención, ¡y hasta la próxima si Dios quiere!

Tuesday, October 4, 2016

En el socialismo, la propiedad privada deja de ser un legado familiar

Andrea Rondón García indica que la propiedad privada no es solamente un tema económico, sino principalmente ético ya que con ella se reafirma el individuo por encima de un Estado omnipresente.

Andrea Rondón García es Doctora en Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Directora del Comité de Derechos de Propiedad del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), Directora Académica del Instituto Ludwig von Mises Venezuela, miembro de la Cátedra Carlos Rangel de la UCV y Profesora de la Escuela de Derecho y de la Maestría de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). 
Me tomaré la libertad de relatar una experiencia personal para iniciar este artículo cuyo propósito es denunciar lo que nos hacen como seres humanos las violaciones de la propiedad privada que son una constante de los regímenes socialistas.
Mi papá era así para mí:



Además de los recuerdos y enseñanzas, uno esperaría conservar su biblioteca tal como la dejó; su escritorio con los escritos que dejó a medio hacer un sábado; y si te entra nostalgia ir a su oficina a la que iba todos los días, incluidos los sábados, y cuando más joven hasta los 24 y 31 de diciembre.
Pero como en Venezuela cualquier propiedad está en riesgo de expropiación o expoliación (esto último lo más común), corres a vender y te olvidas de lo anterior, justo lo que es parte de tu condición humana, con tus virtudes y errores, muy probablemente con más errores.
Más allá de lo que está documentado en libros, estos dos últimos años con la querida profesora Isabel Pereira en el Observatorio de Propiedad de programa País de propietarios he aprendido a nunca dejar por fuera de mis artículos y mis análisis los efectos de las violaciones de la propiedad privada, aquellos efectos que llegan al alma de cada individuo y posiblemente pasen de forma desapercibida. Veamos a que me refiero con esto.
En A theory of Socialism and Capitalism, Hans-Hermann Hoppe señala que en el socialismo la propiedad: (i) es nominal, porque se respeta y reconoce solo en el papel, pero en los hechos se desconocen los atributos de disposición, uso y goce (el mejor ejemplo de esto es el control de precios, la regulación de los cánones de arrendamiento, el salario mínimo); (ii) la redistribución es la regla porque ningún propietario es libre de disponer a cabalidad de los ingresos resultado de su esfuerzo (el mejor ejemplo de redistribución y que goza de la mayor de las aquiescencias son los impuestos); y (iii) se produce un cambio en la estructura social-moral de la sociedad porque se favorecen roles no productivos, convirtiéndose la sociedad en cómplice.
En este último sentido, Hoppe afirma que «Dado que el socialismo socialdemócrata favorece roles no-productivos tanto como los productivos que escapan el escrutinio público y por tanto no pueden ser alcanzados por los impuestos, el carácter de la población cambiará en concordancia con ello.» (Hoppe, Hans Hermann: A theory of Socialism and Capitalism. En: Libertad o Socialismo, Universidad San Francisco de Quito, Quito, 2009, p. 77).
Este esquema de redistribución no sólo tiene efectos económicos, sino también en la sociedad misma, porque estás recibiendo algo por lo que no has trabajado y es algo que otro ha ganado. Esa sociedad se convierte en cómplice de esta especie de robo.
Si esto ocurre en la socialdemocracia, en regímenes como el venezolano la situación es peor. Definitivamente la destrucción de valores es resultado de recibir algo por lo que no has trabajo, y en ello también contribuye la precariedad de la propiedad privada que te obliga a desprenderte de tus afectos y recuerdos. El temor a la expropiación, expoliación o invasión es mayor que el deseo de preservar el recuerdo familiar.
Desde el pensamiento liberal defendemos que a partir de la propiedad privada se pueden ejercer otros derechos y libertades y puedes hacer tu proyecto de vida. Pero además, forma parte de lo que eres como persona —cuerpo y alma—, porque es la que te permite elegir libremente, sin depender de los designios de un tercero, y también son parte de tus vínculos con los seres queridos que ya no están.
Cuando no tienes propiedad o libre disposición sobre ella o goce y uso de ella; cuando debes actuar en contra de tus verdaderos deseos (más por necesidad); cuando solo puedes transitar un único camino (el de la servidumbre como diría Hayek); poco a poco van aniquilando tu alma, la forma más vil de ataque, porque de él el retorno no existe o es casi imposible.
En regímenes como el venezolano, no escoges vender porque consideras que es la mejor opción; no escoges libremente los términos y condiciones de venta al existir un control de cambio; simplemente no escoges, porque ya se eliminaron las opciones en un mercado inmobiliario deprimido; en un país en el que no existe economía libre de mercado ni se respeta la propiedad privada.
En estas líneas mi intención es destacar que la propiedad privada no es solamente un tema económico o patrimonial, es principalmente ético, porque es la base y es lo que permite que tenga efectiva vigencia un código de valores en el que la libertad se erige como un valor por encima de los demás valores; se reafirma al individuo —en toda su dimensión—; se rechaza la democracia ilimitada y al Estado omnipresente.
Solo me queda decirte papá que tu recuerdo se preservará. Tu ne cede malis, sed contra audentior ito.

Tuesday, August 30, 2016

“Le dije a Chávez en 2003 que no destruyera la empresa privada”, Álvaro Uribe

Durante un conversatorio en la Universidad Sergio Arboleda habló sobre el socialismo, la economía y el plebiscito para la paz en Colombia

Álvaro Uribe ha sido el principal lider de la oposición al proceso de paz en Colombia (Facebook)
El conversatorio con Álvaro Uribe tuvo lugar en el Hall 74 de la Universidad Sergio Arboleda. (Facebook)
El expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez reiteró ayer jueves 18 de agosto sus críticas sobre el proceso de paz que se lleva a cabo entre las Farc y el Gobierno Nacional desde hace 4 años en La Habana. Las declaraciones de Uribe se dieron durante un conversatorio en la Universidad Sergio Arboleda, ubicada en el norte de Bogotá, que contó con la participación de académicos y estudiantes de la institución.
La primera preocupación de Uribe fue el ataque a las empresas privadas. El senador dijo que en un diálogo con el expresidente de Venezuela Hugo Chávez le habría advertido que las políticas fiscales no podían desconocer la empresa privada después de que Chávez dijera que los Castro estaban convencidos de que el socialismo se podría hacer con petróleo.



Además, habló sobre la elección del expresidente Chávez en Venezuela y dijo que tenía miedo de que las Farc, que se declaran como socialistas del siglo XXI, quieran implementar un modelo igual en Colombia.
Esta preocupación fue ampliada cuando dijo que eso era lo que podía pasar en Colombia con el ingreso de las Farc en la política y la llegada del castrochavismo. Afirmó que, a pesar de que Santos lo negaba, él estaba seguro de que ingresaría esta ideología a Colombia ya que los presidentes que la representan, en su momento, también negaron ser socialistas.
Otra preocupación de Uribe es la influencia de las Farc en el manejo de las tierras en el país. Según él, con el acuerdo las Farc tendrán la posibilidad de determinar cuándo las tierras son aptas o no para cultivar o cuándo se violan las normas ambientales, motivo por el cual podrían ser expropiadas.
Uribe también se refirió a la economía del país. Aseguró que gracias al acuerdo, la confianza para invertir ha disminuido. El expresidente dijo que la economía venía creciendo y se ha estancado con el actual gobierno y afirma tener miedo de que en el momento en que se firme un acuerdo, las personas tengan miedo a invertir por las Farc y por las altas cargas tributarias que hay en el país.

Las críticas de Uribe al plebiscito para la paz

El senador Uribe también hizo una crítica al umbral aprobado para el plebiscito para la paz. Para que la consulta a los colombianos sobre si están de acuerdo o no con lo acordado en La Habana sea legítima, deberá votar el 13% de los ciudadanos habilitados, cuando antes era necesario el 50%, lo que consideró como una medida antidemocrática por limitar el derecho a la abstención eficaz, que es la posibilidad de lograr resultados políticos a través de no salir a votar.
Lo anterior, según Uribe, hace que quienes están de acuerdo con la paz mas no con los acuerdos se queden sin una herramienta para demostrarlo. En este punto del conversatorio, el senador hizo énfasis en que no lucha contra la paz ya que es un fin mayor y constitucional, sino contra los acuerdos que considera que deben ser replanteados.
En ese orden de ideas, Uribe considera que de ganar el “no” en el plebiscito, no se deben levantar de la mesa las Farc y el gobierno, sino reencaminar los acuerdos y las negociaciones para dar garantías al país.
Según el senador, las Farc deben suspender los delitos que faltan, porque han suspendido aquellos que son escandalosos mas no los que pasan desapercibidos para los medios y la opinión pública. Para ello pidió concentrar a las Farc en sitios adecuados, es decir, que no sea en zonas fronterizas, zonas de producción de coca o donde hay grandes obras de infraestructura en donde puedan extorsionar a los empresarios.

¿Qué dijo Uribe sobre las Fuerzas Armadas?

El senador aseguró que hay que recobrar la seguridad y para ello hay que devolverle la confianza a las Fuerzas Armadas, ya que según él, se les ha igualado con el terrorismo en los acuerdos, sobre todo en las denominaciones que reciben, ya que se les llama comandantes a las cabecillas de las Farc al igual que a los generales.
Además, aseguró que los guerrilleros tendrán un sistema de justicia igual al de los militares que hayan cometido faltas en el conflicto, por lo que Uribe considera que se debe tramitar un proyecto de ley que le de más beneficios a los miembros de las Fuerzas Armadas que a los subversivos de las Farc que se desmovilicen.
Finalmente, el expresidente habló sobre la fortaleza y dijo que estaban trabajando para vencer a las Farc y sobre este tema, durante la conferencia, reconoció a quienes se toman fotos con él por considerar que esas personas son valientes dada la cantidad de enemigos que tiene el exmandatario.

Saturday, June 25, 2016

Los programas sociales en México son semilleros de pobreza

Una economía más libre con un sistema tributario más sencillo, contribuiría más a la reducción de la pobreza que millones de pesos redistribuidos por el Gobierno

Programas Sociales en México
La solución que plantea el Gobierno mexicano es el fomento de gasto social a través de los llamados “programas sociales”. (El Sol de México)
La pobreza en México es un problema y, lamentablemente, una fuerte realidad. Cerca de 50 millones de mexicanos viven con menos de 5 dólares al día, y cerca de 2.5 millones lo hacen en pobreza extrema, viviendo con menos de 1,25 dólares diarios.
Esta situación representa un problema que afecta a los mexicanos en su totalidad, ya que por un lado genera, en las personas que la padecen, distintos tipos de ansiedad, depresión, inseguridad; y por otro lado, es el principal motor de situaciones indeseables como la delincuencia organizada, suicidios, violencia familiar y un sinfín de adicciones.



La solución que por años ha venido planteando el Gobierno mexicano a través de los diversos órganos que lo conforman, ha sido el gasto social a través de los llamados “programas sociales”. Año tras año surgen nuevas iniciativas, y millones de pesos son asignados en recursos gubernamentales para “dignificar y mejorar las condiciones de vida de los mexicanos más necesitados”.
Algunos de los ejemplos más recientes son la cruzada contra el hambre, el subsidio de la leche Liconsa, y el apoyo para la transición a la televisión digital.
Pero entonces, ¿por qué si año tras año el presupuesto para dichos programas aumenta, la cantidad de pobres, lejos de disminuir, también continúa aumentando? Aquí se verán algunas respuestas:
  • Mayor carga tributaria: para un mayor nivel de gasto social, se requiere de un mayor nivel de recolección de impuestos. El Estado no es un ente productivo, y por lo tanto no existe ninguna otra forma de financiar dichos programas que no sea castigando a aquellas personas que sí son productivas.
  • Semilleros de corrupción: miles de contratos se llevan a cabo por encima de los precios del mercado, y son asignados a amigos y/o socios de funcionarios en puestos públicos.
  • Falta de incentivos: contrario a lo que sucede en los entes privados, el Gobierno y sus trabajadores carecen de incentivos para ser realmente efectivos cuando de alcanzar metas se trata. Cumplan sus metas o no, los funcionarios públicos seguirán recibiendo su paga cada mes.
  • Politización de apoyos y paternalismo: a los gobernantes y políticos en general, les conviene que existan los pobres, de esta manera cada vez que se presentan como benefactores sociales generan mayor dependencia hacia sus programas y pueden lucrar más fácilmente con las lealtades políticas de los ciudadanos.
  • Ineficiencia: por cada 100 pesos que pagamos de impuestos, tan solo 40 llegan a destinarse en lo que se supone deberían ir. El resto se va perdiendo a lo largo del proceso redistributivo en burocracia, corrupción, inflación artificial de precios, desviación de recursos, etc.
Hablando en términos generales, es necesario señalar que México cuenta con gente trabajadora y que se preocupa por los demás. En esto surge la común aceptación de dichos programas gubernamentales sin siquiera reparar en sus costos o su real efectividad.
Hoy resulta necesario efectuar un cambio en la forma en que concebimos los roles tanto del Gobierno como de los ciudadanos.
Tenemos que entender y eventualmente hacer entender a los políticos que no necesitamos redistribuir la riqueza, sino generarla. La única solución a la pobreza es la productividad. Solo a través del emprendedurismo, educación, inversión, trabajo y ahorro se va a lograr un verdadero empoderamiento ciudadano que permita a aquellos que viven en la pobreza, tener posibilidades de salir adelante de manera justa y sostenible.
Si llamamos a las cosas como son, entonces los programas sociales no son más que semilleros de corrupción y, por paradójico que parezca, también son semilleros de pobreza. Son la herramienta de trabajo favorita de políticos corruptos y, hablando metafóricamente, las migajas de las que se alimentan millones de posibles panaderos en México. Bien dice el dicho, “dale un pescado a un hombre y lo alimentarás un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para toda la vida.”
Una economía más libre con un sistema tributario más sencillo, parejo y delgado contribuiría más a la reducción de la pobreza en nuestro país (a través de la inversión extranjera y el nacimiento de nuevas pequeñas y medianas empresas locales) que miles de millones de pesos recaudados y redistribuidos por el Gobierno.
No es responsabilidad del Gobierno ni de sus programas sociales cambiar la realidad mexicana, sino de todos y cada uno de nosotros mediante la construcción de los cimientos para vivir en una sociedad más libre. Con el simple hecho de pensar así, estaremos dando un importantísimo primer paso para construir un país más próspero y justo, donde cada quien tenga oportunidad de salir adelante y luchar por los sueños que haya elegido como motor de vida.

Tuesday, June 21, 2016

Una buena economía para China

Edmund S. Phelps, the 2006 Nobel laureate in economics, is Director of the Center on Capitalism and Society at Columbia University and author of Mass Flourishing.
NUEVA YORK – Las décadas de arduo crecimiento junto con la crisis financiera del año 2008 han provocado un cambio sísmico en el pensamiento económico en gran parte del mundo. Se habla de desplazar recursos desde el ámbito de la inversión hacia el del consumo, de la industria pesada hacia los “servicios”, y del sector privado al sector público. Sin embargo, lo que me llama la atención es que estos argumentos se centran sólo en la mejora de la mezcla de los productos dentro de una economía, sin prestar atención a la mano de obra.


Esto es obvio en el caso de China, ahora la mayor economía del mundo según algunas mediciones. Sin duda, China debe rechazar nuevas inversiones en gigantescas fábricas de acero y edificios de apartamentos vacíos. De manera simultánea, sin embargo, debe centrarse en los trabajadores y elevar la vivencia en el trabajo que ellos tienen, aspecto que los economistas desde Adam Smith a Karl Marx y Alfred Marshall colocaron en el centro de sus preocupaciones.
No todo el mundo está de acuerdo. Cuando se trata de vivencias en el trabajo, muchos – sobre todo en Europa continental – creen que la asignación óptima (lo que implica tener instituciones que funcionen bien), en el caso que esté acompañada de inversión en educación, es todo lo que se necesita. Al fin y al cabo, los italianos, alemanes, franceses trabajan duro y bien durante un número relativamente pequeño de horas, lo que resulta en una alta productividad y altos salarios por hora – más altos que en Estados Unidos y el Reino Unido.
No obstante, los europeos continentales no parecen estar especialmente contentos con su trabajo. La evidencia circunstancial es su preferencia, que marca récords, por tomar vacaciones– y su participación relativamente baja en la fuerza de trabajo. Además, los datos sobre satisfacción en el trabajo proporcionan una evidencia directa: entre los grandes países occidentales, los trabajadores de la Europa continental reportan los niveles más bajos.
Eso no es sorprendente. Las empresas de Europa, por lo general, ya no son lugares donde se tienen nuevos estímulos y nuevos retos que ocupen las mentes de los trabajadores. Sin embargo, si el caso es que China debe evitar el modelo europeo de búsqueda de eficiencia, ¿cuál es el modelo que debe adoptar?
En mi libro Mass Flourishingargumento que el modelo correcto es el modelo de la buena economía, que es una economía que ofrece una buena vida. La asignación óptima de recursos (de la que forma parte la eficiencia) es una característica necesaria, pero no suficiente, de una buena economía. De hecho, es probable que el enfoque testarudo sobre elevar el consumo doméstico distraiga a los líderes de China, alejándoles de otras políticas necesarias para la buena economía.
En este punto, entro en desacuerdo con muchos economistas – incluyendo con mis queridos amigos Joseph Stiglitz, Jean-Paul Fitoussi y Vladimir Kvint – cuyo estándar preferido es la calidad de vida. Con esto se refieren principalmente el un vasto consumo y a un vasto tiempo de recreación, junto con bienes públicos – por ejemplo, aire limpio, alimentos seguros y seguridad en las calles – e instalaciones comunitarias, tales como parques municipales y estadios deportivos.
Esta es una versión más detallada de un ideal al cual se le puede seguir el rastro hasta la antigüedad. No me opongo a  los servicios mencionados o a su aprovisionamiento por parte del Estado; pero, no son congruentes con el concepto que tienen los filósofos sobre la “buena vida”. (Aristóteles dijo en broma que necesitamos esos servicios para recuperarnos con el fin de estar listos para el trabajo del día siguiente).
Otro querido amigo, Amartya Sen, señala que el enfoque de los economistas en el consumo deja de lado a la necesidad que tienen las personas de “hacer cosas”. Pero, él no va lo suficientemente lejos. Las personas quieren salirse de programas de trabajo en los que ellas no tienen autonomía.
Para una buena vida, las personas necesitan un grado de decisión propia en su trabajo. Ellos quieren ser capaces de tomar la iniciativa y realizar labores que sean atractivas. Las personas valoran tener un espacio para expresarse – para articular sus pensamientos o mostrar sus talentos.
En otras palabras, las personas valoran el logro a través de sus propios esfuerzos. He utilizado la palabra “prosperar” (del latín antiguo prospere, que significa “como se tenía la esperanza que ocurra, o como se esperaba que ocurra”) para referirse a la experiencia de tener éxito en el trabajo: la gratificación de un artesano cuando ve sus habilidades valoradas por los demás, la satisfacción de un comerciante cuando ve a los “barcos llegar”, o el sentimiento de validación que experimenta un académico cuando se le otorga el título de catedrático distinguido.
Las personas también valoran el crecimiento personal que puede provenir de su carrera. Yo uso la palabra “florecer” para hacer referencia a la satisfacción de un viaje hacia lo desconocido – la emoción de los retos y el atractivo de la superación de obstáculos. De hecho, todos estos aspectos, es decir alcanzar logros, prosperar y florecer, hacen referencia a recompensas vivenciales, no a dinero.
¿Qué tipo de economía podría ofrecer esta buena vida? La historia sugiere que sería una economía de personas emprendedoras (personas que están alertas frente a oportunidades inadvertidas y que ponen en acción su iniciativa para probar cosas nuevas) y de personas innovadoras (personas que imaginan cosas nuevas, desarrollan nuevos conceptos convirtiéndolos en métodos y productos comerciales, y los comercializan para que alcancen su potencial). Los participantes en una buena economía como la que se describe recaerían dentro de un rango de personas que  incluye desde ciudadanos que forman parte de los grupos de base de las sociedades hasta personas que se encuentran en los grupos más favorecidos.
Tengo la esperanza que sea este el tipo de economía que China vaya a desarrollar. Por supuesto, en un momento de dificultades, puede que un país no sea capaz de darse el lujo de adscribirse a una buena economía, su población primero demandará que se le proporcione aire limpio y alimentos seguros. El riesgo es que satisfacer plenamente todas las miles de demandas de servicios públicos requeriría de un sector público tan grande que bien podría desplazar y sacar del escenario a las actividades innovadoras en el sector privado.
China debe tener en mente que el sector privado puede igualar – o superar – al sector público en el suministro de muchos servicios que hasta ahora los presta el sector público. Los ferrocarriles subterráneos fueron, en algún momento, producto de la creatividad de los empresarios privados. Hoy en día, el paso más radical en el transporte urbano es Uber, y el cambio más radical en un futuro próximo probablemente llegue a ser el automóvil que se auto-conduce –ambos cambios surgen como resultado de la creatividad del sector privado.
Por supuesto, algunos cínicos dicen que los chinos no poseen ni la sofisticación ni el temperamento para ser innovadores. Sin embargo, las estimaciones preparadas por China y los países del G-7 sobre innovación que se forja localmente muestran que China ya ocupaba el cuarto lugar en la década de 1990; y, que en la siguiente década, cuando el Reino Unido y Canadá retrocedieron en su clasificación, China avanzó hacia el segundo lugar – ubicándose no muy por detrás de  EE.UU.
El hecho es que hay mucha menos innovación que surge de Estados Unidos de la que en algún momento surgió en el pasado – y casi no hay ninguna innovación que proviene de Europa. Por lo tanto, China podría convertirse en una importante fuente de innovación para la economía mundial, igualando o superando a EE.UU. A mi entender, esta es una oportunidad muy valiosa para China – y es un evolución de la situación que debe ser bienvenida por el resto del mundo.