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Wednesday, November 23, 2016

Los crecientes fracasos de la Unión Europea y 'Brexit'

Marian L. Tupy señala los fracasos de la Unión Europea (UE), los cuales han provocado una mayor resistencia a ella y una mayor probabilidad de su disolución.


Marian L. Tupy
 
es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Desde sus humildes inicios, la Unión Europea (UE) se ha vuelto una entidad supra-nacional que al menos superficialmente se asemeja a un estado federal, pero que carece de un poder soberano. Tiene su propia bandera, himno, moneda, presidente (cinco de ellos, de hecho) y su servicio diplomático. Hoy, la UE está tratando de obtener nuevos poderes, mientras que, paradójicamente, también se enfrenta a una creciente oposición y una creciente probabilidad de colapso. ¿Cómo llegó a esa posición la UE? Para comprender el dilema de la UE, considere sus fracasos pasados y actuales.


La UE nació en 1958, cuando seis países europeos occidentales crearon una zona de comercio libre denominada la Comunidad Económica Europea (CEE). Hay un consenso abrumador entre economistas de que el libre comercio estimula el crecimiento económico. De hecho, ningún país alguna vez se ha vuelto rico estando aislado. No obstante, el impacto de la CEE sobre el crecimiento en Europa Occidental no debería ser subestimado. Los aranceles dentro de Europa sobre los productos no fueron removidas hasta 1968. Como resultado de esto, las reformas domésticas, tales como la liberalización de Ludwig Erhard de la economía de Alemania Occidental en 1948, fueron mucho más importantes para la recuperación posterior a la guerra que la inexistente CEE.
Además, tenga en cuenta que la liberalización del comercio interno de Europa se estaba dando en conjunto con la liberalización comercial a nivel mundial. Este último proceso, que solía ser llamado el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y que ahora se llama la Organización Mundial del Comercio, empezó en 1947 —ante la insistencia de EE.UU.
Con el tiempo, el comercio interno de la UE se ha vuelto menos, no más, importante para la prosperidad europea. Los costos de las comunicaciones, las transferencias financieras y el transporte se han reducido considerablemente desde la Segunda Guerra Mundial, haciendo del comercio global cada vez más lucrativo para empresas individuales —estén o no en la UE. El comercio entre EE.UU. y la UE, por ejemplo, continúa creciendo, aún cuando no hay un acuerdo de libre comercio entre los dos. De igual forma, las exportaciones británicas a la UE están creciendo a un paso menor que las exportaciones británicas a los países que no son miembros de la UE.
Además, los beneficios económicos del comercio interno de Europa han sido socavados por un diluvio de regulaciones excesivas provenientes de Bruselas. A diferencia de la creencia popular, que sostiene que la integración y la prosperidad van de la mano, el crecimiento en Europa Occidental ha caído conforme la integración europea aumentó (ver gráfico). Hoy, gran parte de Europa simplemente no está creciendo.
Algunos de los problemas de Europa no están relacionados con la UE y están más bien relacionados con una demografía cambiante —bajas tasas de natalidad y una población que envejece. Aún así Europa también ha sufrido de heridas auto-infligidas. Las regulaciones en exceso, las que sofocan el crecimiento europeo, es solo una de ellas. Hay otras políticas destructivas también.

Fuente: Angus Maddison, Statistics on World Population, PIB y PIB per cápita, 1-2008 DC, obtenido el 16 de mayo de 2016.
* Las cifras para los 15 de la UE no contienen datos para Luxemburgo.
La Política Agrícola Común (CAP, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ha resultado en montañas de mantequilla y lagos de leche. Estos luego fueron destruidos o arrojados en mercados del Tercer Mundo, donde socavaron a los productores locales. En conjunto con la CAP estuvo la Política Común de Pesca que, en lugar de preservar el stock de pesca de Europa mediante un sistema de cuotas, casi acabó con este. Un estudio holandés, por ejemplo, encontró que, para mantener sus cuotas, por cada tonelada de pescado destinado al consumo, los pescadores lanzaban “dos a cuatro toneladas de pescados muertos” al mar.
Los Fondos Estructurales y de Cohesión, un sistema de pagos transferidos que utilizó el dinero de los contribuyentes en los países ricos para intentar de fomentar el crecimiento y el empleo en el sur sub-desarrollado de Europa, se volvió un despilfarro legendario de mala asignación y corrupción financieras. La Corte Europea de Auditores se ha negado a aprobar el presupuesto de la UE en aproximadamente 20 años consecutivos —citando irregularidades.
El euro se suponía que debería haber conducido a un mayor crecimiento, desempleo más bajo, y mayor competitividad y prosperidad. Según “50 economistas distinguidos” que fueron reunidos por el pro-UE Centro para la Reforma Europea, “hay un consenso amplio de que el euro había sido una decepción: el desempeño económico de la unión monetaria había sido muy pobre, y en lugar de unir a los estados-miembros de la UE y fomentar un sentido más estrecho de unidad y de identidad común, el euro ha dividido a los países y erosionado la confianza en la UE”.
En retrospectiva, debería ser claro que la Eurozona fue mal concebida. Sus miembros se han comprometido a mantener niveles manejables de deuda (límite de un 60 por ciento del PIB) y déficits (límite de un máximo de 3 por ciento al año). Lo que la faltó a la Eurozona fue un mecanismo de cumplimiento creíble. De hecho, algunos de los miembros más grandes de la Eurozona, incluyendo a Francia y Alemania, rompieron sus compromisos en cuanto a la deuda y el déficit poco después del lanzamiento de la moneda común. Otros países hicieron lo mismo.
Todavía peor, la membrecía en la Eurozona ha permitido que algunas de las economías peor manejadas en Europa expandan masivamente sus deudas aprovechándose de las tasas de interés históricamente bajas. Los mercados le prestaron dinero al Sur de Europa, esperando que, si los problemas surgían, estos serían rescatados. Los mercados estaban en lo correcto. Por lo tanto, cuando colapsaron las economías sureñas, sus acreedores —principalmente bancos europeos— fueron rescatados causando un costo masivo al contribuyente europeo. Como siempre, un problema que fue creado por una integración más profunda ha llevado a llamados de “más Europa” y el establecimiento de una “unión fiscal”.
En los últimos años, otro problema serio ha surgido: la inmigración descontrolada de proveniente de África y de Oriente Medio. Mientras que la inmigración puede ser beneficiosa, los países europeos generalmente han sido poco exitosos en integrar a los extranjeros. Algo de ese fracaso tiene que ver con políticas estatales, como extensivas provisiones sociales y restricciones en el mercado laboral que mantienen a los inmigrantes fuera de la fuerza laboral, y algunas tienen que ver con un entendimiento particularmente europeo de la nacionalidad, que está basado en etnicidad, no ciudadanía.
Para bien o para mal, la política migratoria de a través de Europa, que ha permitido grandes flujos entrantes de extranjeros que ahora Bruselas está tratando de “redistribuir” forzadamenteentre los estados miembros, ha tenido éxito en despertar un nivel épico de resentimiento.
El rescate del euro y el mal manejo de la crisis migratoria han puesto de relieve uno de los menos apreciados, aunque más influyentes aspectos negativos de la integración europea: el ataque al Estado de Derecho.
El Artículo 125 del Tratado de Lisboa establece, claramente, que cada estado miembro de la UE es responsable de sus propias deudas. Es inconcebible que la Eurozona hubiese nacido alguna vez sin esa estipulación vital, que fue necesaria para calmar preocupaciones en el electorado alemán.
Además, el Artículo 123 prohíbe al Banco Central Europeo (BCE) comprar bonos soberanos en mercados primarios y bonos soberanos en mercados secundarios —si lo último se hace por motivos fiscales en lugar de monetarios. Bruselas y Frankfurt ignoraron ambas estipulaciones para mantener a Grecia dentro de la Eurozona.
De igual forma, la Regulación de Dublín especifica que las aplicaciones de asilo por parte de aquellos que buscan protección en la UE en virtud de la Convención de Ginebra deben ser examinados y procesados en el punto de ingreso, lo que significa que deben ser evaluados por el primer estado miembro de la UE que pisaron. Grecia, y en menor grado Italia, no han logrado satisfacer sus obligaciones y han permitido que cientos de miles, posiblemente millones, de personas que buscan asilo emigren a otros estados miembros, incluyendo Alemania. El gobierno alemán, en cambio, ha decidido de manera unilateral darle la bienvenida a estos inmigrantes solo para demandar que sean proporcionalmente distribuidos entre otros países de la UE.
Dejando a un lado las cuestiones humanitarias, incluso los estados miembros de la UE que nunca recibieron personas que buscaban asilo en primer lugar, y que no fueron consultados al momento de “permitirles” entrar a la UE en general, ahora están siendo obligados a acomodarlos. Los estados miembros han respondido a las amenazas de la UE incumpliendo con sus obligaciones con el área Schengen y erigiendo barreras para mantener a los inmigrantes fuera —exacerbando así el ataque al Estado de Derecho en Europa.
Conforme Gran Bretaña se prepara para votar acerca de su membrecía en la UE, es útil recordar no solo el éxito de la UE en reducir las barreras comerciales entre los países de la UE, sino también de los muchos fracasos de la UE, pues esta es la razón por la cual la membrecía continua de Gran Bretaña en la UE ya no es algo que se puede dar por sentado

Tuesday, October 4, 2016

Los crecientes fracasos de la Unión Europea y 'Brexit'

Marian L. Tupy señala los fracasos de la Unión Europea (UE), los cuales han provocado una mayor resistencia a ella y una mayor probabilidad de su disolución.

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute y editor del sitio Web www.humanprogress.org.
Desde sus humildes inicios, la Unión Europea (UE) se ha vuelto una entidad supra-nacional que al menos superficialmente se asemeja a un estado federal, pero que carece de un poder soberano. Tiene su propia bandera, himno, moneda, presidente (cinco de ellos, de hecho) y su servicio diplomático. Hoy, la UE está tratando de obtener nuevos poderes, mientras que, paradójicamente, también se enfrenta a una creciente oposición y una creciente probabilidad de colapso. ¿Cómo llegó a esa posición la UE? Para comprender el dilema de la UE, considere sus fracasos pasados y actuales.



La UE nació en 1958, cuando seis países europeos occidentales crearon una zona de comercio libre denominada la Comunidad Económica Europea (CEE). Hay un consenso abrumador entre economistas de que el libre comercio estimula el crecimiento económico. De hecho, ningún país alguna vez se ha vuelto rico estando aislado. No obstante, el impacto de la CEE sobre el crecimiento en Europa Occidental no debería ser subestimado. Los aranceles dentro de Europa sobre los productos no fueron removidas hasta 1968. Como resultado de esto, las reformas domésticas, tales como la liberalización de Ludwig Erhard de la economía de Alemania Occidental en 1948, fueron mucho más importantes para la recuperación posterior a la guerra que la inexistente CEE.
Además, tenga en cuenta que la liberalización del comercio interno de Europa se estaba dando en conjunto con la liberalización comercial a nivel mundial. Este último proceso, que solía ser llamado el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y que ahora se llama la Organización Mundial del Comercio, empezó en 1947 —ante la insistencia de EE.UU.
Con el tiempo, el comercio interno de la UE se ha vuelto menos, no más, importante para la prosperidad europea. Los costos de las comunicaciones, las transferencias financieras y el transporte se han reducido considerablemente desde la Segunda Guerra Mundial, haciendo del comercio global cada vez más lucrativo para empresas individuales —estén o no en la UE. El comercio entre EE.UU. y la UE, por ejemplo, continúa creciendo, aún cuando no hay un acuerdo de libre comercio entre los dos. De igual forma, las exportaciones británicas a la UE están creciendo a un paso menor que las exportaciones británicas a los países que no son miembros de la UE.
Además, los beneficios económicos del comercio interno de Europa han sido socavados por un diluvio de regulaciones excesivas provenientes de Bruselas. A diferencia de la creencia popular, que sostiene que la integración y la prosperidad van de la mano, el crecimiento en Europa Occidental ha caído conforme la integración europea aumentó (ver gráfico). Hoy, gran parte de Europa simplemente no está creciendo.
Algunos de los problemas de Europa no están relacionados con la UE y están más bien relacionados con una demografía cambiante —bajas tasas de natalidad y una población que envejece. Aún así Europa también ha sufrido de heridas auto-infligidas. Las regulaciones en exceso, las que sofocan el crecimiento europeo, es solo una de ellas. Hay otras políticas destructivas también.

Fuente: Angus Maddison, Statistics on World Population, PIB y PIB per cápita, 1-2008 DC, obtenido el 16 de mayo de 2016.
* Las cifras para los 15 de la UE no contienen datos para Luxemburgo.
La Política Agrícola Común (CAP, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ha resultado en montañas de mantequilla y lagos de leche. Estos luego fueron destruidos o arrojados en mercados del Tercer Mundo, donde socavaron a los productores locales. En conjunto con la CAP estuvo la Política Común de Pesca que, en lugar de preservar el stock de pesca de Europa mediante un sistema de cuotas, casi acabó con este. Un estudio holandés, por ejemplo, encontró que, para mantener sus cuotas, por cada tonelada de pescado destinado al consumo, los pescadores lanzaban “dos a cuatro toneladas de pescados muertos” al mar.
Los Fondos Estructurales y de Cohesión, un sistema de pagos transferidos que utilizó el dinero de los contribuyentes en los países ricos para intentar de fomentar el crecimiento y el empleo en el sur sub-desarrollado de Europa, se volvió un despilfarro legendario de mala asignación y corrupción financieras. La Corte Europea de Auditores se ha negado a aprobar el presupuesto de la UE en aproximadamente 20 años consecutivos —citando irregularidades.
El euro se suponía que debería haber conducido a un mayor crecimiento, desempleo más bajo, y mayor competitividad y prosperidad. Según “50 economistas distinguidos” que fueron reunidos por el pro-UE Centro para la Reforma Europea, “hay un consenso amplio de que el euro había sido una decepción: el desempeño económico de la unión monetaria había sido muy pobre, y en lugar de unir a los estados-miembros de la UE y fomentar un sentido más estrecho de unidad y de identidad común, el euro ha dividido a los países y erosionado la confianza en la UE”.
En retrospectiva, debería ser claro que la Eurozona fue mal concebida. Sus miembros se han comprometido a mantener niveles manejables de deuda (límite de un 60 por ciento del PIB) y déficits (límite de un máximo de 3 por ciento al año). Lo que la faltó a la Eurozona fue un mecanismo de cumplimiento creíble. De hecho, algunos de los miembros más grandes de la Eurozona, incluyendo a Francia y Alemania, rompieron sus compromisos en cuanto a la deuda y el déficit poco después del lanzamiento de la moneda común. Otros países hicieron lo mismo.
Todavía peor, la membrecía en la Eurozona ha permitido que algunas de las economías peor manejadas en Europa expandan masivamente sus deudas aprovechándose de las tasas de interés históricamente bajas. Los mercados le prestaron dinero al Sur de Europa, esperando que, si los problemas surgían, estos serían rescatados. Los mercados estaban en lo correcto. Por lo tanto, cuando colapsaron las economías sureñas, sus acreedores —principalmente bancos europeos— fueron rescatados causando un costo masivo al contribuyente europeo. Como siempre, un problema que fue creado por una integración más profunda ha llevado a llamados de “más Europa” y el establecimiento de una “unión fiscal”.
En los últimos años, otro problema serio ha surgido: la inmigración descontrolada de proveniente de África y de Oriente Medio. Mientras que la inmigración puede ser beneficiosa, los países europeos generalmente han sido poco exitosos en integrar a los extranjeros. Algo de ese fracaso tiene que ver con políticas estatales, como extensivas provisiones sociales y restricciones en el mercado laboral que mantienen a los inmigrantes fuera de la fuerza laboral, y algunas tienen que ver con un entendimiento particularmente europeo de la nacionalidad, que está basado en etnicidad, no ciudadanía.
Para bien o para mal, la política migratoria de a través de Europa, que ha permitido grandes flujos entrantes de extranjeros que ahora Bruselas está tratando de “redistribuir” forzadamente entre los estados miembros, ha tenido éxito en despertar un nivel épico de resentimiento.
El rescate del euro y el mal manejo de la crisis migratoria han puesto de relieve uno de los menos apreciados, aunque más influyentes aspectos negativos de la integración europea: el ataque al Estado de Derecho.
El Artículo 125 del Tratado de Lisboa establece, claramente, que cada estado miembro de la UE es responsable de sus propias deudas. Es inconcebible que la Eurozona hubiese nacido alguna vez sin esa estipulación vital, que fue necesaria para calmar preocupaciones en el electorado alemán.
Además, el Artículo 123 prohíbe al Banco Central Europeo (BCE) comprar bonos soberanos en mercados primarios y bonos soberanos en mercados secundarios —si lo último se hace por motivos fiscales en lugar de monetarios. Bruselas y Frankfurt ignoraron ambas estipulaciones para mantener a Grecia dentro de la Eurozona.
De igual forma, la Regulación de Dublín especifica que las aplicaciones de asilo por parte de aquellos que buscan protección en la UE en virtud de la Convención de Ginebra deben ser examinados y procesados en el punto de ingreso, lo que significa que deben ser evaluados por el primer estado miembro de la UE que pisaron. Grecia, y en menor grado Italia, no han logrado satisfacer sus obligaciones y han permitido que cientos de miles, posiblemente millones, de personas que buscan asilo emigren a otros estados miembros, incluyendo Alemania. El gobierno alemán, en cambio, ha decidido de manera unilateral darle la bienvenida a estos inmigrantes solo para demandar que sean proporcionalmente distribuidos entre otros países de la UE.
Dejando a un lado las cuestiones humanitarias, incluso los estados miembros de la UE que nunca recibieron personas que buscaban asilo en primer lugar, y que no fueron consultados al momento de “permitirles” entrar a la UE en general, ahora están siendo obligados a acomodarlos. Los estados miembros han respondido a las amenazas de la UE incumpliendo con sus obligaciones con el área Schengen y erigiendo barreras para mantener a los inmigrantes fuera —exacerbando así el ataque al Estado de Derecho en Europa.
Conforme Gran Bretaña se prepara para votar acerca de su membrecía en la UE, es útil recordar no solo el éxito de la UE en reducir las barreras comerciales entre los países de la UE, sino también de los muchos fracasos de la UE, pues esta es la razón por la cual la membrecía continua de Gran Bretaña en la UE ya no es algo que se puede dar por sentado.

Saturday, October 1, 2016

¿Estados Unidos de Europa?

UK-UEYa ha tres meses de la decisión democrática en Europa más importante en décadas: Brexit – la decisión tomada por los votantes del Reino Unido para dejar la Unión Europea. Aquellos que favorecimos el Brexit, todavía estamos esperando que se den las predicciones apocalípticas de los partidarios de mantenerse dentro de la Unión.
Predicciones como el fin del Reino Unido con la independencia de Escocia e Irlanda del Norte donde encuestas recientes ponen al electorado favoreciendo ser parte del Reino Unido. Incluso predicciones de la Tercera Guerra Mundial y un colapso del sistema financiero y económico del mundo. Ello se ha convertido en una parodia de otras falsas predicciones de perdición si el país votaba a favor del Brexit. Sin embargo la respuesta de los líderes de la Unión Europea a la decisión de los votantes británicos, revela el problema fundamental que padece la Unión Europea: Que para resolver los problemas europeos se necesita más Europa y llevar el concepto de nación-estado a los márgenes.



El pasado 14 de septiembre de 2016, en el Parlamento europeo se pronunció el discurso del Estado de la Unión por parte del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker. En el discurso articuló la política pública que ha de seguir la Comisión declarando:
Los próximos doce meses son decisivos si queremos reforzar la Unión. Europa es una cuerda con muchos hilos. Sólo funciona si todos tiramos en la misma dirección: Las instituciones de la UE, los gobiernos nacionales y los parlamentos nacionales al unísono”.
Con estas palabras señaló que la solución para los problemas de la Unión, es más Europa. En este discurso delineó medidas para fortalecer la unión económica, una política común de inmigración europea y los comienzo de la creación de una defensa común.
Vamos a defender nuestras fronteras con la nueva Frontera Europea y la Guardia Costera. Quiero ver al menos 200 guardias fronterizos adicionales y 50 vehículos adicionales desplegados en las fronteras exteriores de Bulgaria a partir de octubre.
Como era de esperarse la respuesta de los parlamentarios fue positiva con el federalista Guy Verhofstadt declarando que “si realmente quiere dar una respuesta positiva a los temores de nuestros ciudadanos y para recuperar el control sobre sus vidas, necesitamos soluciones europeas y capacidades en Europa tan pronto como sea posible”.
Estos discursos denotan que la única visión de Europa es federalista, un Estados Unidos de Europa. Pero la lección que el Brexit debe dar a los políticos europeos es que los pueblos europeos no apoyan esta visión. Es más un proyecto de los políticos para los políticos. La realidad es que cada vez que la pregunta de más poderes para la Unión Europea ha sido presentada al electorado, éste lo ha rechazado. El último ejemplo es el voto a favor del Brexit, pero existen otros como el rechazado contundentemente  en 2005 por los Países Bajos o el sorprendente rechazo de Francia.
Los problemas de la Unión Europea no se resuelven centralizando más poder ni impulsando políticas federalistas sino admitiendo el valor de la nación-estado, algo difícil de sostener en una unión con 27 diferentes políticas fiscales, sociales y económicas – y sin ese sentimiento de amor y unidad que los 50 estados de Estados Unidos de América comparten por su nación y que les da cohesión. El “We, the people” (Nosotros, el pueblo) es algo muy real y presente para un americano. Los europeos no comparten esa visión al pensar en la Unión Europea y sin eso no hay cohesión. Lo más cercano a una cohesión a la americana en Europa la tienen los países escandinavos. Por eso los escandinavos disfrutan de una unidad que ya quisiera tener la Unión Europea.
Es hora que los políticos europeos tomen nota que quizás menos Unión Europea es lo que salvaguarde esa unión. Quizás si los burócratas y políticos europeos hubiesen entendido esta lección, le habrían concedido a David Cameron mejores propuestas que presentarle al pueblo británico, eso le habría dado el triunfo en el referéndum. El Brexit y los otros resultados electorales apuntan a que la solución es un retorno a la idea primigenia de una unión basada en el libre comercio no en un proyecto de crear un Estados Unidos de Europa. En eso fracasarán.

Wednesday, August 24, 2016

Brexit: La derrota de los eurócratas

UK-UE
Una sólida mayoría de británicos ha decidido que no quieren continuar en esta Unión Europea. Con más de un millón de votos de diferencia, los partidarios de la salida han demostrado ser muchos más que los que quieren permanecer dentro de la estructura política de Bruselas.
Es una noticia aún peor para una forma de entender la Unión Europea. Fíjense que no digo para Europa, sino para la forma de malentender y de desfigurar Europa que ha dominado progresivamente el continente desde los despachos del poder de Bruselas.



Si hay que buscar derrotados, búsquenlos en los largos pasillos de la Comisión Europea. Si hay que encontrar fracasados, los pueden ver sentados a ambos lados del hemiciclo del Parlamento Europeo. Si hay que señalar culpables, están en todos los medios de comunicación, ONGs, lobbys y demás rent-seekers que llevan décadas predicando las bondades del federalismo europeo mientras extienden la mano para cobrar las subvenciones que salen del bolsillo del contribuyente europeo.
Nadie rechazaba las instituciones europeas cuando se trataba un Mercado Común o una Comunidad Económica. Ni siquiera los británicos. Ni siquiera Margaret Thatcher, como cuenta ella misma en sus memorias. Fue a partir del Tratado de Maastricht cuando, capitaneados por un socialista elitista como Jacques Delors, se fue extendiendo entre las élites políticas y periodísticas europeas la asombrosa tesis de que el rechazo al poder creciente de Bruselas se vencería con “más Europa”, como anteayer mismo decía el ministro de Exteriores de España José Manuel García-Margallo, uno de los que cree en esa mística del corazón de Europa.
Es ésa forma de malentender Europa la que se ha hecho odiosa. La que ha intentado varias veces imponer una Constitución Europea.. La que acumula poder sin responsabilidad. La que desprecia lo que llaman “la Europa de los mercaderes”, sin darse cuenta de que esa es la verdadera Europa: la de la libertad para que las personas se muevan y lleven adonde quieran sus ideas, sus servicios, sus productos y los bienes de su propiedad. Ésa es la Europa que merece la pena, la que sirve eficazmente para evitar que las guerras se repitan, la que representa lo mejor de la gente: su libertad para decidir y para responsabilizarse de su propio futuro.No creo que el Reino Unido vaya a romper su condición de mercado libre, ni tampoco creo que la Unión Europea vaya a levantar barreras en el comercio con las islas. Si uno u otra lo hicieran se cometería un error catastrófico.
Pero el voto que ayer pronunciaron los británicos va a tener muchas consecuencias. Y la primera, y la peor para el resto de Europa, es que nos han dejado solos, a merced del gentil monstruo de Bruselas.

Friday, August 5, 2016

Washington aún no está listo para descartar acuerdos comerciales

Las semejanzas con el movimiento en contra del orden establecido que Donald Trump llevará esta semana hasta la convención republicana en Cleveland han hecho del voto británico para abandonar la Unión Europea un candente tema de conversación entre los republicanos.
Shawn Donnan Financial Times
Los rumores de un acuerdo con el Reino Unido compensan la reacción negativa contra la ‘globalización’. (El Financiero)
Las semejanzas con el movimiento en contra del orden establecido que Donald Trump llevará esta semana hasta la convención republicana en Cleveland han hecho del voto británico para abandonar la Unión Europea (UE) un candente tema de conversación entre los republicanos.

Trump interpretó de inmediato el referéndum como una confirmación de su promesa de desmantelar la “globalización”. El día después de la votación, proclamó: “En todo el mundo la gente está enojada”.

Pero varios de los republicanos convencionales a los que Trump se ha enfrentado en temas como la raza, el comercio y las normas generales del debate y el decoro en la política estadounidense también han identificado el “Brexit” como una oportunidad estratégica a más largo plazo.

La semana pasada, dos de los republicanos más poderosos del Congreso — el congresista Kevin Brady de Texas, presidente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, y el senador Orrin Hatch de Utah, presidente de la Comisión de Finanzas del Senado — le hicieron un llamado al presidente Barack Obama para que iniciara rápidamente discusiones sobre acuerdos comerciales con un nuevo gobierno británico.

Este pacto, según argumentan, enlazaría dos economías liberales afines, brindaría beneficios económicos a ambas partes, y le daría más vigor a una relación comercial y estratégica ya de por sí impresionante.

También le daría a EU una potencial ventaja sobre los restantes miembros de la UE y Bruselas, con los que EU ha estado sosteniendo negociaciones dolorosamente lentas durante los últimos tres años.

Algunas conversaciones preliminares ya han comenzado. Sin embargo, cualquier acuerdo entre EU y el Reino Unido probablemente tomará años en materializarse.

A Obama le quedan sólo seis meses en el cargo, por lo que cualquier negociación comercial importante entre EU y el Reino Unido quedaría a cargo de la próxima administración, ya sea encabezada por Trump o por su rival demócrata Hillary Clinton.

Hay una enorme madeja de incertidumbres y complejidades que deben solucionarse antes de que las conversaciones puedan comenzar de forma seria.

Bajo las reglas de la UE, al Reino Unido no se le permite siquiera negociar sus propios acuerdos comerciales mientras sea miembro del bloque comercial. También está la cuestión de qué tipo de relación comercial establecerá el gobierno de la primera ministra, Theresa May, con la UE, lo cual definirá las condiciones de cualquier negociación con EU.

Los acuerdos comerciales — y la globalización en general — no están de moda en el ámbito político estadounidense este año electoral. En sus campañas los dos principales candidatos presidenciales han hablado más de deshacer acuerdos comerciales que de lograrlos.

Trump quiere construir un muro en la frontera con México e imponerle aranceles punitivos a China. Tanto él como la Clinton han denunciado otro acuerdo comercial mucho mayor y posiblemente más estratégico para EU, cuyas negociaciones encabezó el Sr. Obama, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) entre 12 países, que cuenta con el respaldo de la mayoría de los republicanos convencionales.

Y sin embargo, el hecho de que algunos republicanos importantes en el Congreso aún están hablando de posibles pactos en un año en que el candidato de su partido está despotricando contra el comercio debería darles cierto consuelo a aquellos que creen en el valor de las economías abiertas.

Como mínimo, demuestra que todavía hay personas importantes en Washington quienes son capaces de pensar en algo más que en el ruido político actual.

Friday, July 29, 2016

"Las guerras, las revoluciones y los migrantes": Ni EE.UU. es optimista sobre el futuro de Europa

Los estadounidenses "no son muy entusiastas" sobre las perspectivas de la Unión Europea, a la que no cesan de llegar desde 2011 multitud de migrantes y refugiados del mundo musulmán. Esta es la opinión del historiador y especialista en relaciones internacionales ruso Sarkis Tsaturián, que advierte que "en la próxima década el Viejo Mundo estará preocupado por tres problemas: las guerras, las revoluciones y los migrantes", todos provocados por la inestabilidad de Oriente Próximo.
"Las guerras, las revoluciones y los migrantes": Ni EE.UU. es optimista sobre el futuro de la UEReuters \ Bernadett Szabo

"Las contradicciones entre EE.UU. y Europa no se limitan a la guerra en Irak", escribe el periodista ruso en su nuevo artículo publicado por la agencia de noticias Regnum.
El experto recuerda las palabras que dijo en 2009 el entonces secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, y que algunos denominaron el 'dilema de Kissinger': "¿A quién llamo si quiero hablar con Europa?".
Pasados seis años, el 'dilema de Kissinger' sigue sin resolverse, sostiene el autor del artículo.
"Desde 2011, el Viejo Mundo está siendo asaltado por multitudes de migrantes y refugiados del mundo musulmán que la amenazan no solo con tensiones económicas y políticas, sino también con la pérdida de identidad", opina Tsaturián, agregando que "los estadounidenses no tienen mucho entusiasmo en la valoración de las perspectivas de la Unión Europea".



El Viejo Mundo está siendo asaltado por multitudes de migrantes y refugiados del mundo musulmán que le amenazan no solo con tensiones económicas y políticas, sino también con la pérdida de identidad
En este sentido, el historiador cita las palabras del portavoz de la Casa Blanca Joshua Earnest: "Europa se enfrenta a un flujo de inmigrantes del norte de África y de algunos países de Oriente Próximo causado por la violencia y la inestabilidad en estas zonas. Esta situación no solo socava el orden en la región (el norte de África y Oriente Próximo), sino que también tiene un efecto desestabilizador significativo en el resto del mundo, incluida Europa", dijo en su momento el portavoz de la Casa Blanca.
A su vez, el director ejecutivo de la empresa estadounidense de inteligencia y espionaje Stratfor ha hablado del "legado de Hitler" y de que "un puñado de naciones europeas" han perdido su dominio en el mundo, mientras que EE.UU y su cultura han logrado el triunfo en Occidente, recuerda el autor de la publicación.

Rusia superará la crisis mundial de la energía, a diferencia de la Unión Europea

"La diferencia entre el siglo pasado y la actualidad es la siguiente: si después de la Segunda Guerra Mundial, la zona de influencia del imperio económico de Estados Unidos incluía los campos de petróleo y las arterias de transporte de Oriente Próximo, ahora Washington no puede presumir de estas ventajas", señala el periodista.
Por otro lado, prosigue, "por primera vez desde el periodo de descolonización posterior a la guerra, el mundo musulmán está viviendo una situación política que esta vez entierra bajo los escombros de las fronteras estatales los yacimientos de gas y los canales de su entrega a la Unión Europea".
En este contexto, "Rusia, que controla la ruta marítima del norte, tiene una ventaja posicional", apunta el experto.
Sin embargo, escribe Tsaturián, Bruselas sigue pensando en términos del siglo pasado. Así, la Unión Europea apuesta por el gas natural licuado (GNL) y, para torcerle el brazo a la empresa rusa Gazprom, está dispuesta a comprar los hidrocarburos a todos menos a Rusia, "aunque sea en el otro lado del planeta, independientemente de los costos de transporte".
Sin embargo, lo que consigue es el efecto opuesto, considera el historiador ruso.
Rusia, que controla la ruta marítima del norte, tiene una ventaja posicional
En su opinión, la intriga es que el mismo Washington, siendo uno de los principales consumidores de gas, contribuye con su 'revolución de esquisto' al debilitamiento de los rivales de Rusia en el sector del gas natural licuado, mientras que "Moscú se prepara para un salto en este segmento".
"Rusia será capaz de superar la crisis política y económica en el sector mundial de la energía, algo que no se puede decir de la Unión Europea, para la cual el 'dilema de Kissinger' se está convirtiendo en un complejo", asegura el analista.
"En la próxima década el Viejo Mundo estará preocupado por tres problema: las guerras, las revoluciones y los migrantes. Y todos son provocados por la inestabilidad de Oriente Próximo", concluye.