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Saturday, October 8, 2016

Los Bancos Centrales y el Regreso de La Fiebre del Oro

El retorno del patrón oro
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En mi último libro, El Verdadero Crash: La Quiebra de EE.UU Que Se Viene - ¿Cómo salvarte a ti mismo y a tu país?, dedico un capítulo entero a los méritos del patrón oro histórico y a las razones para reinstalarlo. Lo que no mencioné y que pocos inversores notaron es que los bancos centrales ya están regresando al oro como el activo de refugio seguro.
Yo creo que este cambio de política, combinado con una continua inflación de las monedas occidentales, está creando un suelo estable para el precio del oro y un potencial de suba aún más brillante.

Un cambio estratégico

El retorno al patrón oro es sin lugar a dudas el producto de un plan estratégico, no sólo  táctico, en la política global de los bancos centrales. Los bancos centrales del mundo desarrollado han dejado en conjunto de vender oro. Esto fue anunciado por su comportamiento durante la última década, cuando se vendió mucho menos oro que el que se les permitía en función de los acuerdos antidumping en el oro de los Bancos Centrales. Es evidente que la preocupación por el dumping en el oro no estaba en sintonía con la tendencia. Pero lo más importante es que los bancos centrales en los mercados emergentes han estado comprando oro en  camiones.
Desde la crisis financiera de 2008, países tan diversos como México, Filipinas, Tailandia, Kazajstán, Turquía, Ucrania, Rusia, Arabia Saudita y la India han liderado el camino de regreso hacia el oro como activo de reserva principal. Rusia sola ha añadido unas impresionantes 400 toneladas de oro a sus reservas, la mayor parte procedentes de compras a nivel interno. México  ha añadido más de 120 toneladas, incluyendo 78 toneladas de una mega-compra en marzo de 2011. Las Filipinas han comprado más de 60 toneladas, con 32 toneladas entrando hace tan poco como en marzo de 2012. Tailandia ha añadido aproximadamente 60 toneladas, y Kazajstán apenas por debajo de las 30 toneladas. Turquía ha modificado su política de regulación a finales del año pasado para permitir que los bancos comerciales a que cuenten con el oro como parte de las exigencias en  reservas, añadiendo más de 120 toneladas a sus reservas oficiales. Y las importaciones de lingotes hacia China continental a través de Hong Kong han llegado a máximos históricos.
Por último, los fieles aliados de EE.UU., Arabia Saudí y la India, en lo que de seguro va a dejar un sabor particularmente amargo en la boca de Washington, han ido añadiendo oro a sus reservas en cientos de toneladas.
En resumen, los gobiernos de los mercados emergentes reconocen que el orden monetario mundial está al borde de un reinicio. Estos mercados emergentes son los motores económicos del siglo 21, y están decididos a no verse afectados por el papel fiduciario de Occidente.

Desde una perspectiva amplia

La profundidad de esta nueva estrategia ha estado visible durante la corrección en los metales preciosos de los últimos meses. Los bancos centrales de los mercados emergentes han seguido siendo compradores agresivos. Esto es muy alcista. Como actores gubernamentales, los bancos centrales buscan estabilidad y previsibilidad. Cuando cambian de curso, lo hacen sólo deliberada y gradualmente, al igual que los portaaviones. Los bancos centrales occidentales han fijado un rumbo claro hacia la inflación, mientras que los bancos de los mercados emergentes están cambiando hacia una moneda sólida.
Las implicaciones aquí son enormes para los inversores privados. Ahora vemos a los mayores participantes del mercado comprando el metal amarillo de forma masiva en las caídas. Más aún, debido a que los bancos centrales disfrutan de un sustancial peso en el mercado del oro, sus decisiones de compra tienen un poderoso efecto sobre el precio. Los inversores institucionales están volviendo a ver a los metales preciosos como una "legítima" forma de inversión. Este este rizo de retroalimentación positiva lo que servirá para estabilizar al oro,  al tiempo que re-emerge como un activo de reserva.

Es todavía el único

El oro sigue siendo la base de las reservas en los bancos centrales, incluso en un mundo dominado por las monedas fiduciarias. Al parecer, cuando se trata de un sistema monetario mundial basado en el papel, es más fácil decir que hacer. Los funcionarios gubernamentales de todo el mundo, pero especialmente en el mundo desarrollado, se han apresurado en llamar al oro un anacronismo - no apto para una economía moderna y globalizada. Sin embargo, estos mismos gobiernos nunca lo han aplicado a sí mismos vendiendo sus tenencias, o para el caso, entregando al menos una fracción sustancial de las mismas. Aquellos que han pedido con mayor fuerza, de hecho, se comportaron de manera más conservadora.
EE.UU., que cuenta con la friolera de 75% de sus reservas en oro, y los países de Europa Occidental, los cuales tienen un promedio de aproximadamente el 64% de sus reservas en oro, parecen creer que nadie debe poseer oro - ¡excepto ellos! No debería sorprender a nadie que los  bancos centrales de los mercados emergentes hayan detectado la doble moral. A medida que avanzan económicamente, estos países están menos propensas a hacer lo que Washington dice que está bien y más propensos a pensar por sí mismos. Y con un promedio de menos del 20 por ciento de sus reservas en oro, es obvio que saben que les falta algo para ponerse al día.
Detrás de las cortinas de humo entonces, los bancos centrales del mundo desarrollado son acaparadores. Los bancos centrales de los mercados emergentes son buscadores. Significativamente, nadie está vendiendo, sólo comprando.

La fantasía fiduciaria se encuentra con la realidad

¿Qué está causando el regreso de la fiebre del oro? Dos palabras: exceso de deuda. La banca central independiente ha sido siempre más un sueño que una realidad. Los políticos sabían desde el principio que podían vaciar la cuenta y luego arrinconar a los banqueros centrales para que los rescaten a través de la inflación, también conocida como default furtivo. Lamentablemente, los banqueros centrales han debidamente obedecido - ninguno, por ejemplo, ha renunciado como forma de protesta. Sólo unos pocos han desafiado alguna vez a sus gobiernos, y sólo por períodos cortos.
Por supuesto, los gobiernos a lo largo de la historia han creado las condiciones para su propio colapso al manipular la oferta de dinero para pagar deudas. Socavar la moneda significa socavar la economía en su conjunto, lo que reduce los ingresos fiscales y crea más deuda. Pronto, las consecuencias indeseadas de la política abruman a sus consecuencias deseadas, y el estado  colapsa - junto con los puestos de trabajo de esos banqueros centrales. Comprometidos están, sin embargo, los banqueros centrales.

Seguro de Valuación

Frente a este ciclo histórico, la mejor póliza de seguros es el oro físico. Aquellos con mayor cantidad de él mejor van a capear los próximos rounds de devaluaciones competitivas. No es de extrañar que los bancos centrales en los mercados emergentes están buscando ponerse al día respecto a sus pares del mundo desarrollado.
¿Cuánto oro apilarán los bancos centrales? No podemos y no sabemos con certeza. Lo que podemos y sí sabemos con certeza es que han decidido prudentemente un cambio estratégico en la política. Esto está creando un piso para el precio del oro y un futuro más brillante para aquellos que estén preparados para el regreso de la moneda sólida.

Monday, October 3, 2016

Los bancos centrales juegan con los mercados

Juan Ramón Rallo indica que los bancos centrales tienen demasiada importancia sobre las economías, de manera que ni siquiera necesitan decidir algo para que las consecuencias comiencen a sentirse.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Los bancos centrales poseen una influencia desproporcionada sobre nuestras economías, en tanto en cuanto ostentan el monopolio de la creación de “dinero”. Su poder es tan elevado que ni siquiera necesitan tomar decisiones para que las repercusiones comiencen a sentirse: sus pronunciamientos son capaces de influir gravemente sobre las expectativas de consumidores o inversores y, por tanto, sobre sus actuaciones. En la Eurozona todavía tenemos muy presentes las mágicas palabras de Mario Draghi en julio de 2012 que calmaron rápidamente las potentes tensiones financieras que a punto estuvieron de destruir el euro. En EE.UU., los discursos de Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006, se examinaban con sumo detalle para poder anticipar cuáles serían sus movimientos y poder sacar partido de ellos.



Frente a las tradicionales “operaciones de mercado abierto” (open market operations, en inglés), durante las últimas décadas han ido cobrando cada vez más fuerza las llamadas “operaciones de boca abierta” (open mouth operations), consistentes en interpretar las palabras y las gesticulaciones de los banqueros centrales para ser capaces de anticipar el curso futuro de sus actuaciones. Lo que se dice cuenta tanto o más que aquello que se hace, al menos en el corto plazo.
Justo por ello, las bolsas europeas sufrieron hace poco más de una semana caídas significativas por la mera expectativa de que la Reserva Federal volviera a elevar los tipos en el muy corto plazo. Si la Fed finalmente encareciera el precio de su crédito en algún momento durante las próximas semanas, la decisión se interpretaría como una muestra de voluntad más firme y decidida a acabar con la era del “dinero barato” de lo que las zigzagueantes palabras de los miembros de la Fed habían dejado entrever hasta el momento. Y un alza de los tipos de interés se espera que podría acarrear efectos contractivos en tanto contribuiría a apreciar el dólar frente al resto de divisas, minoraría el margen de ganancias de la banca estadounidense e incentivaría a los inversores a trasladar su capital desde el mercado bursátil a otros instrumentos de renta fija que ofrecieran mejor precios que en la actualidad. Todo lo cual, se teme, dañaría a una economía como la estadounidense que ahora mismo está mostrando ciertas señales de debilidad.
Pero justamente porque una subida de tipos puede ser contractiva en el corto plazo, la Fed sigue sin pronunciarse con claridad acerca de sus verdaderos planes con respecto a la implementación de la política monetaria en el corto plazo. Lejos de publicitar un calendario sobre sus actuaciones futuras que sea transparente para el conjunto de los operadores de mercado, continúa dando bandazos para evitar despejar las actuales dudas: “ahora sí quiero subir tipos, ahora no”. Y es que, aun cuando su objetivo último sí parece ser el de terminar revertiendo en el muy largo plazo la actual política monetaria ultraexpansiva, la Fed está deliberadamente evitando ser clara para no afectar ya de lleno a las expectativas de los inversores (sobre todo antes de las elecciones): sólo así puede conseguir alargar durante un tiempo más los efectos artificialmente estimulantes de esa política monetaria que ya debería haberse suprimido hace mucho tiempo. Estamos, pues, ante una treta más de los omnipotentes bancos centrales para manipular los mercados a su arbitrio.
En suma, si algo dejan claro este tipo de comportamientos, que unos días recalientan la bolsa y la otra la pinchan como si fuera un juguete en las manos de un niño caprichoso, es que necesitamos otro marco de la política monetaria: no uno que otorgue un poder gigantesco a un ente público, sino uno que proporcione reglas previsibles y estables al conjunto de los agentes económicos. El monopolio de los bancos centrales es incompatible con ese nuevo marco monetario.

Monday, September 26, 2016

Los bancos centrales juegan con los mercados

Juan Ramón Rallo indica que los bancos centrales tienen demasiada importancia sobre las economías, de manera que ni siquiera necesitan decidir algo para que las consecuencias comiencen a sentirse.

Juan Ramón Rallo es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Los bancos centrales poseen una influencia desproporcionada sobre nuestras economías, en tanto en cuanto ostentan el monopolio de la creación de “dinero”. Su poder es tan elevado que ni siquiera necesitan tomar decisiones para que las repercusiones comiencen a sentirse: sus pronunciamientos son capaces de influir gravemente sobre las expectativas de consumidores o inversores y, por tanto, sobre sus actuaciones. En la Eurozona todavía tenemos muy presentes las mágicas palabras de Mario Draghi en julio de 2012 que calmaron rápidamente las potentes tensiones financieras que a punto estuvieron de destruir el euro. En EE.UU., los discursos de Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006, se examinaban con sumo detalle para poder anticipar cuáles serían sus movimientos y poder sacar partido de ellos.



Frente a las tradicionales “operaciones de mercado abierto” (open market operations, en inglés), durante las últimas décadas han ido cobrando cada vez más fuerza las llamadas “operaciones de boca abierta” (open mouth operations), consistentes en interpretar las palabras y las gesticulaciones de los banqueros centrales para ser capaces de anticipar el curso futuro de sus actuaciones. Lo que se dice cuenta tanto o más que aquello que se hace, al menos en el corto plazo.
Justo por ello, las bolsas europeas sufrieron hace poco más de una semana caídas significativas por la mera expectativa de que la Reserva Federal volviera a elevar los tipos en el muy corto plazo. Si la Fed finalmente encareciera el precio de su crédito en algún momento durante las próximas semanas, la decisión se interpretaría como una muestra de voluntad más firme y decidida a acabar con la era del “dinero barato” de lo que las zigzagueantes palabras de los miembros de la Fed habían dejado entrever hasta el momento. Y un alza de los tipos de interés se espera que podría acarrear efectos contractivos en tanto contribuiría a apreciar el dólar frente al resto de divisas, minoraría el margen de ganancias de la banca estadounidense e incentivaría a los inversores a trasladar su capital desde el mercado bursátil a otros instrumentos de renta fija que ofrecieran mejor precios que en la actualidad. Todo lo cual, se teme, dañaría a una economía como la estadounidense que ahora mismo está mostrando ciertas señales de debilidad.
Pero justamente porque una subida de tipos puede ser contractiva en el corto plazo, la Fed sigue sin pronunciarse con claridad acerca de sus verdaderos planes con respecto a la implementación de la política monetaria en el corto plazo. Lejos de publicitar un calendario sobre sus actuaciones futuras que sea transparente para el conjunto de los operadores de mercado, continúa dando bandazos para evitar despejar las actuales dudas: “ahora sí quiero subir tipos, ahora no”. Y es que, aun cuando su objetivo último sí parece ser el de terminar revertiendo en el muy largo plazo la actual política monetaria ultraexpansiva, la Fed está deliberadamente evitando ser clara para no afectar ya de lleno a las expectativas de los inversores (sobre todo antes de las elecciones): sólo así puede conseguir alargar durante un tiempo más los efectos artificialmente estimulantes de esa política monetaria que ya debería haberse suprimido hace mucho tiempo. Estamos, pues, ante una treta más de los omnipotentes bancos centrales para manipular los mercados a su arbitrio.
En suma, si algo dejan claro este tipo de comportamientos, que unos días recalientan la bolsa y la otra la pinchan como si fuera un juguete en las manos de un niño caprichoso, es que necesitamos otro marco de la política monetaria: no uno que otorgue un poder gigantesco a un ente público, sino uno que proporcione reglas previsibles y estables al conjunto de los agentes económicos. El monopolio de los bancos centrales es incompatible con ese nuevo marco monetario.

Wednesday, September 14, 2016

Los bancos centrales pueden elegir dinero de helicóptero antes que tipos negativos

La Reserva Federal de EEUU (Fed) está considerando aumentar los tipos. ¿Está a punto de producirse la normalización de los tipos de interés que tanto han anhelado ahorradores e inversores? Lo más probable es que no. Los políticos simplemente se están dando cuenta de que la política de tipos cero de interés (o incluso tipos negativos, como en el área del euro o Suiza) no funciona como se pretendía. La gente en general está muy en contra de estos. Por ejemplo, los bancos tienen problemas porque sus beneficios se ven bajo una severa presión en un entorno de tipos cero de interés, por no hablar de tipos negativos. Los clientes bancarios empiezan a protestar, ya que sus depósitos no producen ya ningún retorno positivo. Incluso empiezan a retirar sus depósitos en efectivo, causando así problemas de refinanciación bancaria.



Tipos negativos bajo otro nombre

Sin embargo, es improbable que los bancos centrales abandonen la idea de llevar a los tipos de interés reales (es decir, ajustados a la inflación) a territorio negativo. Lo que podían tener en mente es permitir tipos nominales de interés “algo más altos”, acompañados por una inflación “algo más alta”, asegurándose de que los tipos reales de interés permanecen o entran en territorio negativo.
En esta línea, la reserva federal de San Francisco sugería en un artículo publicado el 15 de agosto de 2016 que debía revisar se la política monetaria y posiblemente permitir una inflación de más del 2%.[1] El debate sobre una mayor inflación (digamos el 4% en lugar del 8%) es en realidad antiguo: en círculos académicos va y viene en oleadas.
El argumento principal es que una inflación algo más alta “engrasaría los engranajes” de la economía, apoyando así la producción y el empleo. Otro argumento dice que una inflación más alta facilitaría a la Fed la salida de la recesión, especialmente siempre y cuando el “tipo neutral de interés” hubiera bajado considerablemente.
Sin embargo, la realidad es que la inflación (ya sea del 2%, el 4% o mayor) no mejora ninguna sociedad. Todo lo contrario. Por ejemplo, la inflación corrompe el cálculo económico, haciendo así que los empresarios tomen decisiones erróneas. El estímulo de la inflación inicialmente se debe a los errores que produce.
Es más, la inflación solo funciona siempre y cuando llegue inesperadamente, beneficiando así a algunos a costa de otros. Sin embargo, la “inflación sorpresa” no puede ser más que un incentivo temporal. Antes o después, la gente descubrirá que ha sido engañada y ajustará su comportamiento de acuerdo con ello.
Consideremos un caso en el que el banco central prometa una tasa de inflación del 2%. Después de que la gente haya firmado sus contratos, el banco central aumenta la inflación al 4%. La gente aprenderá y esperará que la inflación futura sea del 4% o incluso el 5%. El banco central, si quisiera estimular de nuevo la economía, tendría que aumentarán aún más la inflación.
Este tipo de política acabaría llevando a una inflación alta o incluso hiperinflación, lo que se ha observado en muchos países de todo el mundo. Sin embargo, si el banco central consigue (1) aumentar la infracción desde, digamos, el 2% hasta el 4% excepcionalmente y (2) controlar simultáneamente los rendimientos nominales, potencialmente desapalancaría la economía, rebajando la relación deuda-renta.
Por ejemplo, supongamos que la Fed fija los tipos de interés en el 2% e impulsa la inflación al 5% y los tipos reales de interés caen al -3%. Los tenedores de dinero se verían perjudicados. Lo mismo vale para los inversores en deuda emitida por estados, bancos y corporaciones. Los deudores, a su vez, posiblemente agradezcan una política de tipos negativos reales que venga con una inflación algo más alta.
Por tanto no es descabellado esperar que en particular los políticamente poderosos y los prestatarios con grandes deudas hagan todo lo posible para impulsar al banco central a aumentar la inflación y, al mismo tiempo, poner un tope a los tipos nominales de interés. Para presionar, se asegurarían de propagar al público en general una teoría económica en apoyo de la inflación y los tipos negativos de interés.

Cómo aumentar la inflación de precios

¿Pero puede un banco central realmente aumentar la inflación? Sin duda sí. La inflación (en el sentido de precios más altos) es en último término un fenómeno monetario. En términos técnicos, el banco central puede expandir la cantidad de dinero en cualquier momento y en cualquier monto que se desee políticamente, ya que el banco central tiene el monopolio de la producción del dinero.
Por ejemplo, el banco central puede comprar deuda en el mercado con dinero recién creado. O, in extremis, puede también emitir “dinero de helicóptero”. El banco central entrega dinero gratuitamente a gobiernos, consumidores y empresarios en la cantidad que se considere necesaria para impulsar la inflación al alza.
Los bancos centrales están muy politizados y actuarán de la manera que sea políticamente oportuna. Una vez la carga de la deuda se ha convertido en insostenible y el crecimiento es desalentador, se hace cada vez más difícil impedir una política de inflación. Fue Ludwig von Mises quien entendió claramente las dimensiones políticas de la inflación:
Hemos visto que si un gobierno no está en situación de negociar préstamos y no se atreve a fijar impuestos adicionales por miedo a que los efectos financieros y económicos en general aparezcan demasiado claramente y demasiado pronto, de forma que perdería apoyo para su programa, siempre considerará necesario adoptar medidas inflacionistas. Así que la inflación se convierte en una de las ayudas psicológicas más importantes para una política económica que trate de camuflar sus efectos. En este sentido puede describirse como una herramienta de política antidemocrática. Engañando a la opinión pública, permite continuar a un sistema de gobierno que no habría tenido ninguna esperanza de recibir la aprobación del pueblo si las condiciones se hubieran explicado francamente.[2]
Bajo este escenario, sería sorprendente que los gobiernos y sus bancos centrales no optaran en algún momento por una mayor inflación en un intento de evitar los problemas que han causado sus políticas y la emisión de papel moneda sin respaldo. Sin embargo, no sería la primera vez en la historia monetaria en que se devaluara deliberadamente el papel moneda sin respaldo.

Thursday, September 8, 2016

Cómo los bancos centrales están sangrando a la clase media

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Los estados occidentales del bienestar conocen muchas maneras de librarse de su enorme deuda soberana, con un gran coste para sus ciudadanos. Una vez se hace insoportable la carga de la deuda, el gobierno sencillamente reforma la moneda. Entonces la deuda pública se “ajusta” a la riqueza privada de los ciudadanos. En ese momento los ciudadanos advierten que su deuda pública soberano es su propia deuda.
Pero el gobierno no siempre necesita el uso de estos tortuosos dispositivos. Son posibles vías más sutiles, como la represión financiera.



¿Qué es la represión financiera?

“Represión financiera” describe una serie de herramientas con las que el gobierno puede intervenir en el mercado y mantener artificialmente bajos sus costes de refinanciación (el interés sobre su deuda). Como consecuencia, ahorradores e inversores están sufriendo tipos negativos reales de interés, porque los tipos nominales de interés están por debajo de la tasa de inflación. La diferencia matemática entre el tipo nominal de interés de los ahorradores y la tasa de inflación es la pérdida de riqueza, la tasa a la cual ahorradores e inversores se ven obligados a contribuir a la financiación de la deuda de sus gobiernos.
Bajo circunstancias normales, cantidades crecientes de deuda pública causaría un aumento en los tipos de interés. Pero debido a los tipos de interés obligados artificialmente bajos, el gobierno solo necesita un pequeño crecimiento nominal para librarse lentamente de su deuda (a costa de ahorradores e inversores). Utilizando la represión financiera, la riqueza se redistribuya de una manera encubierta: lejos de ahorradores e inversores y en dirección al gobierno.
Los tipos negativos reales de interés son causados, entre otras cosas, por las políticas de bajos tipos de interés ordenadas políticamente por los bancos centrales desde la crisis de la deuda soberana y las acciones para salvar al euro. Al mismo tiempo, el dinero de los inversores fluye de los países de la crisis hacia aquellos estados que son (todavía) considerados como seguros, lo que hace que los tipos de interés sobre el dinero disminuyan aún más.
La afirmación habitual de que los tipos bajos de interés están revitalizando el crecimiento y el ciclo económico se ha demostrado equivocada en la realidad.

Ahorradores e inversores están perdiendo esta batalla

Ahora mismo, ahorradores inversores de todo el mundo están perdiendo más de cien mil millones de euros al año porque las tasas de inflación exceden los tipos de interés en muchos países. 23 países están ahora mismo sufriendo tipos reales negativos de interés. Solo los ahorradores alemanes están perdiendo aproximadamente 14 mil millones de euros al año al usar dinero en cuentas de mercado, de giro y de ahorro. Esto se muestra en cálculos del Frankfurt Dekabank y el Institut der Deutschen Wirtschaft (IW).
En el caso contrario, cuando el ciudadano debe dinero (de impuestos) al gobierno, los tipos de interés actualmente bajos no están desempeñando ningún papel. El estado emisor de bonos sigue reclamando un 6% anual, y con un riesgo considerablemente bajo, porque, al contrario que los prestamistas privados, el gobierno puede incautarse de la propiedad del deudor al momento.

La clase media está sufriendo

La represión financiera (también llamada “impuesto a las cuentas de ahorro para superar la crisis”) actualmente está golpeando a la clase media mucho más duro que a los verdaderamente ricos, porque las presiones de la clase media (seguro de vida, planes de ahorro) están sufriendo en particular. Los sistemas de seguro de pensiones financiados se han hecho poco atractivos, porque los ahorradores ya no encuentran inversiones que proporcionen tasas sustanciales de retorno. El problema que ya existe hoy con las pensiones de pago inmediato ya no puede resolverse por medio de planes privados de pensiones. Los tipos de interés y los tipos de interés compuesto son tan bajos que ya no contribuyen tanto a la acumulación de capital como, por ejemplo, se preveía cuando se introdujo en Alemania la “pensión Riester”. En ese caso ni siquiera las subvenciones públicas a las pensiones Riester son útiles. Así que existe un agujero masivo de provisiones.

Golpe duro a los planes de pensiones

Si el periodo de tipos bajos de interés continúa durante mucho tiempo, algunas compañías aseguradoras empezarán a tener problemas de liquidez por (estar obligadas a) tener más del 60% de sus inversiones en renta fija. Esto significa que los dividendos derivados de la distribución de beneficios se hacen más bajos. Aproximadamente 40 millones de familias en Alemania se verán afectados por un declive en los dividendos. Los clientes deben continuar esperando menores grados de participación de los beneficios y bajos rendimientos que seguirán siendo bajos. En Alemania, la diferencia entre el rendimiento generado por las empresas aseguradoras y el tipo de interés garantizado está, de media, en un mero 0,4%. Esto plantea la pregunta: ¿Cuántas empresas de seguros de vida tienen recursos financieros suficientes para sobrevivir este periodo de bajos tipos netos de interés sobre sus inversiones de capital? El sector de seguro de vida no es el único que sufre: los fondos de pensiones también se ven afectados. El capital riesgo de las empresas de seguros de vida, que es necesario para superar las fluctuaciones en ingresos, ha disminuido hasta el 60% en años recientes.
Así que las empresas de seguros y sus clientes sufren por una situación del mercado de capitales que está dirigida por “intereses políticos”. Los tipos de interés se mantienen artificialmente bajos, porque, en caso contrario, países dentro de la Unión Monetaria Europea empezarían a no ser ya capaces de atender los pagos de intereses sobre su enorme deuda soberana y tendrían por tanto que declarar su quiebra. Hasta ahora, estos tipos bajos de interés fuera del mercado tienen un objetivo en mente: el retraso de la quiebra gubernamental.

La política de tipos negativos de interés y la prohibición del efectivo

Entretanto, el Banco Central Europeo (BCE) reclama pagos de tipos de interés a los bancos que depositan ahí su dinero. Los mercados esperan que pronto los bancos comerciales también empiecen a reclamar intereses a sus clientes (personas físicas y jurídicas) sobre sus depósitos, es decir, que se introduzcan tipos negativos de interés.
Para impedir que los clientes del banco eviten esas medidas retirando su dinero y almacenándolo en sus casas, el gobierno está planeando al mismo tiempo medidas para restringir el uso de efectivo (e incluso prohibir completamente el efectivo). Así, como primer paso, está prohibido el uso de efectivo en transacciones mayores de 4.000€. Oficialmente, las políticas de restricción del efectivo se están justificando por la supuesta lucha contra la delincuencia del mercado negro y la lucha contra la financiación del terrorismo. Sin embargo, las verdaderas razones son evidentes.

Una visión del futuro: Recesión

Desde una perspectiva económica, los tipos de interés artificialmente bajos llevan a una mala asignación del dinero hacia inversiones que no habrían sido rentables bajo circunstancias normales del mercado, sino el resultado una amenazante recesión más grave en el futuro. Por encima de eso: los tipos de interés que sean más bajos que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) no pueden ser sostenibles durante mucho tiempo. Al final, a pesar de las medidas de represión financiera, cabe esperar que se acabe produciendo un “recorte en la propiedad”. Según un informe de seguimiento fiscal del FMI de octubre de 2013, se calculaba un “recorte en la propiedad” alemán recomendado del 11%. La agencia de consultoría internacional Boston Consulting Group incluso espera un “recorte en la propiedad” necesario del 25%. Como la deuda soberana aumentado drásticamente desde entonces, los expertos ya están esperando un “recorte de la deuda” de al menos un 35%. Pero incluso aplicando estas medidas, Alemania, en términos relativos a la nación más estable de la Unión Monetaria Europea, solo llegaría al nivel de deuda de principios de la década de 1990.
Lenta pero inexorablemente, la enorme deuda soberana está ahogando los estados europeos del bienestar. Solo serán capaces de eliminar su deuda a costa de sus ciudadanos

Saturday, September 3, 2016

La subida de tipos de interés de la Fed hará bajar las bolsas y los bonos

Los inversores esperan que, tras buenos datos, los tipos de interés en Estados Unidos suban, y por ello se anticipan vendiendo activos
Foto: La presidenta de la Fed, Janet Yellen.
La presidenta de la Fed, Janet Yellen.

Un profesor de econometría comentó una vez en clase: “Nunca he entendido por qué cuando sale un buen dato económico cae la bolsa”. Es cierto que esta paradoja genera perplejidad en mucha gente. El motivo no es otro que el que la concatenación de buenos datos reduce el exceso de capacidad productiva en una economía, lo que acerca el riesgo de inflación, y por lo tanto los bancos centrales anticipan dicho riesgo subiendo tipos de interés.
Los activos, ya sea un bono o una acción, se valoran descontando los flujos de caja que estos generan, con una tasa que tiene en cuenta los tipos de interés. Al subir los tipos, puede subir la tasa de descuento, por lo que el valor presente del precio del activo se reduce. Así, los inversores esperan que, tras unos buenos datos, los tipos de interés suban y, por ello, se anticipan vendiendo activos.
Si el profesor siguiera hoy vivo, este otoño volvería a sentir escalofríos con su paradoja.



Primero: el crecimiento económico se acelera. EEUU contempló cómo su economía creció tan solo un 1,1% el segundo trimestre, aunque en parte explicado por una fuerte reducción de inventarios; excluyendo ese efecto volátil, el crecimiento hubiera sido del 2,4%, con el consumo, principal componente del PIB, creciendo a un sólido 4,4%. Todo parece indicar que el tercer trimestre el crecimiento se dispara debido a la fortaleza del consumo, a su vez explicado por la creación de empleo, unos dos millones de nuevos puestos al año, y por la progresiva subida de salarios, cerca del 2,5%. Además, otros factores contribuyen a acelerar el crecimiento: a) la menor caída de la inversión, b) la aceleración del mercado inmobiliario, espoleado por la mejora de precios de casas (5,1%) y c) la subida de la construcción de nuevos hogares (que han alcanzado ya 650.000 unidades, el nivel máximo de los últimos nueve años). Como consecuencia de todos estos factores, la Fed de Atlanta estima que la economía puede crecer a un ritmo de un 3,5% el tercer trimestre.
Segundo: el mercado laboral se está sobrecalentando, lo que hace subir la inflación. El mes de julio, EEUU creó un cuarto millón de puestos de trabajo. La economía opera ya a pleno empleo (el desempleo es inferior al 5%), lo que se traduce en cada vez mayores subidas de sueldos. Así, por ejemplo, el desempleo entre universitarios se sitúa en el 2%, y las empresas solo pueden atraer trabajo mediante progresivas subidas de sueldos. El resultado es que los salarios por hora trabajada suben ya al 2,6%. Como consecuencia, la inflación subyacente se ha ido incrementando y se sitúa ya en el 2,2%, y en su variante PCE al 1,7% (hace poco, ambas magnitudes estaban por debajo del 1%), frente a un objetivo de la Fed del 2%. La Fed se fija no solo en la inflación, sino en la expectativa de inflación que presentan los consumidores. Esta ha subido a un año desde el 2,6% al 2,8%, y a largo plazo hasta el 2,6%. Si los consumidores perciben que la inflación sigue subiendo, demandarán más subidas de sueldos, con lo que se puede generar un círculo vicioso, lo que provoca la reacción de la Fed para evitar sus nefastas consecuencias.
Tercero: ha mejorado la coyuntura internacional. En esta columna, pronostiqué en mayo una subida de tipos antes de verano y me equivoqué. El motivo fue el Brexit, ya que la Fed no solo tiene en cuenta la evolución de la economía doméstica, sino también el trasfondo internacional, ya que el dólar es la moneda de reserva mundial y cualquier decisión sobre tipos provoca profundas consecuencias en muchas economías. Con todo, la evolución internacional ha mejorado mucho desde julio. Por un lado, las consecuencias del Brexit en la economía británica y europea han sido, hasta la fecha, apenas insignificantes, algo relevante si se tienen en cuenta las apocalípticas previsiones que se difundían antes de verano. A su vez, la evolución veraniega de los mercados financieros emergentes ha sido bastante benigna.
En la reunión de julio, dos miembros de los nueve con derecho a voto en el comité que fija los tipos de interés de EEUU defendieron una subida. Desde entonces, los acontecimientos expuestos en esta columna han evolucionado en la dirección clara para proporcionar argumentos para que los más indecisos ahora defiendan una subida. Como era de esperar, influyentes miembros con voto en el comité que fija los tipos de interés han avisado de que el mercado laboral es más importante que el PIB para fijar tipos, que la economía está en pleno empleo y que habrá subida de tipos antes de lo que el mercado piensa, y en el caso de Fisher (número dos de Yellen), no ha descartado dos subidas seguidas en 2016.
Con una bolsa cotizando a unos múltiplos sobre beneficios elevados y los mercados de bonos en la mayor burbuja de su historia, las consideraciones arriba expuestas presentan consecuencias formidables.
Cuando suben los tipos después de muchos trimestres de expansión económica, los precios de los activos acaban bajando, como algún día aprendería el consabido profesor de econometría.

Monday, August 22, 2016

Bancos centrales, autos autónomos 
y desempleo: la obscura conexión



Estoy seguro de que ha escuchado que las autoridades financieras y monetarias de todo el mundo están tratando de estimular sus economías, porque no han podido recuperarse de forma consistente desde la Gran Recesión de 2009.

Básicamente lo que hacen es aumentar el gasto del gobierno, deprimir las tasas de interés e inyectar liquidez a la economía –o sea, monetizan deuda–, bajo la creencia de que al haber más dinero y crédito circulando la gente va a comprar, los negocios a vender más y así se generará un círculo virtuoso de crecimiento e inflación.

Esto último lo desean con avidez explícita porque es una forma de aligerar la carga de la deuda, que se sigue acumulando exponencialmente a escala global. Este solo hecho –el proponerse mermar el poder adquisitivo del dinero– debería ser suficiente para generar la indignación generalizada.

Pero el “estímulo” no sirve y su supuesta recuperación es sólo un espejismo. Vivir de prestado tiene su límite, y éste, llega en el momento en el que aquellos que prestan deciden que es suficiente, que no vale la pena ni el riesgo seguir dando recursos a quien no puede pagar. Es imposible que la deuda crezca al infinito.

La situación actual es tan extrema que los rendimientos de los bonos ya ni siquiera son bajísimos o nulos, sino que ahora, hay incluso tasas negativas como en Europa y Japón. Dicho de otro modo, los deudores cobran por recibir dinero prestado. Un absurdo.

Tarde o temprano esta borrachera de crédito, deuda e impresión monetaria terminará, y el castillo de naipes que se ha construido se vendrá abajo. Otra gran recesión está garantizada.

¿Qué consecuencias traen entonces estas irresponsables políticas de los banqueros centrales?

Todo lo contrario a lo que nos venden: predisponen más desempleo, más crisis y deflación. ¿Por qué? Porque al haber de forma artificial más crédito y deuda –y además colocándose a las tasas más bajas de la historia–, se estimula el apalancamiento y el desarrollo de tecnologías más eficientes que requieren menos trabajadores.

Los vehículos autónomos –a los que nos hemos referido con insistencia en este espacio–, son un botón de muestra.

Estos nuevos autos y camiones robot serán armados también cada día con más tecnología automatizada de la que ya de por sí existe, que requiere menos y menos trabajo humano.

Ese es tan solo un ejemplo de lo que se reproduce en otras industrias: enormes distorsiones económicas producto de la depresión artificial de las tasas de interés, que deberían ser determinadas por la oferta y demanda de ahorro y no por política activa de los bancos centrales.

Aunque quisieran, no es igual deuda que ahorro, ni expansión de deuda que acumulación de capital. Por eso las burbujas siempre explotan. La que se vive en el mercado de bonos, no será la excepción.

Como le digo, esta estructura descendente de tipos de interés induce a las empresas a pedir prestado para mecanisarse y eliminar mano de obra.

O sea, los banqueros centrales y sus políticas monetarias –no la tecnología ni la automatización, hacia los que sí debemos avanzar con bases sólidas de acumulación de ahorro y capital– son enemigos de los trabajadores manuales y de los ahorradores. Esto a quien perjudica es a los más desfavorecidos –la mayoría–, que necesita de empleos para vivir.

Lo peor es que ese desempleo luego es atribuido al sistema capitalista de “libre mercado”, lo que sirve de pretexto perfecto para expandir los controles del Estado sobre los ciudadanos.

En realidad, el intervencionismo de gobiernos y bancos centrales ES el problema económico, por lo que no puede contribuir a solucionar ninguno, como prometen los populistas de izquierda y derecha. Se trata de un engaño para hacerse del poder y nada más.

El círculo vicioso de desempleo, pobreza y autoritarismo que crea esa intervención es un motivo más que suficiente para repudiarlo.

La economía se rige bajo sus propias inmutables leyes y no obedece los caprichos de los políticos en el poder. Mientras no logremos sacudirnos su obsesión por controlarlo todo, seguiremos en esta carrera hacia el fondo.

Tuesday, August 16, 2016

Debilidad estructural

Isaac Katz considera que la debilidad estructural en la economía mexicana es la ausencia de un Estado de Derecho sólido.

Isaac Katz es investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.
El INEGI dio a conocer dos indicadores que apuntan hacia un estancamiento de la economía. Primero, una estimación oportuna del PIB en el segundo trimestre y segundo, los indicadores cíclicos para el mes de mayo.
Respecto de la estimación oportuna del PIB, la actividad económica durante el segundo trimestre decreció 0,3% respecto del primer trimestre y un crecimiento con relación al segundo trimestre del año pasado de únicamente 1,4%. Por sectores de actividad respecto del trimestre previo, el primario decreció 0,1%, el secundario cayó 1,7% y el terciario no cambió. Respecto del segundo trimestre del 2015, el primario creció 4,3%, el secundario disminuyó en 0,5%, mientras que el terciario creció en 2,4%.



Por lo que toca a los indicadores cíclicos, el coincidente a mayo se ubicó en 99,9 puntos (con una disminución respecto a abril de 0,02 puntos), mientras que el índice adelantado a junio se ubicó en 99,4 puntos (una caída de 0,03 puntos en relación a mayo).
Es claro que la economía no va bien y las expectativas de crecimiento para éste y el próximo año se han revisado a la baja. Se pueden adelantar explicaciones puntuales sobre el mediocre crecimiento que ha tenido recientemente la actividad económica, como es el bajo crecimiento de la economía estadounidense y su efecto sobre las exportaciones manufactureras, la disminución en el valor de la producción petrolera, así como el dispendio e ineficacia del gasto público. El problema, a mi parecer, es uno más profundo, uno que es realmente estructural y que se centra en la debilidad del estado de derecho prevaleciente en México. Un indicador de ello es que México, a pesar de tener una posición geográfica envidiable, con un tratado de libre comercio con la economía más grande del mundo, reciba flujos de inversión extranjera directa que apenas llegan a representar el 2% del PIB.
México es un país de leyes solo porque son muchas, no porque sean eficientes y menos aún porque se cumplan. Un íntegro estado de derecho tiene cuatro elementos centrales. Primero, en el marco legal tienen que estar eficientemente definidos los derechos de propiedad. Segundo, los agentes económicos privados deben tener la libertad de utilizar sus recursos mientras en el ejercicio de esa libertad no atenten en contra de los derechos de terceros. Tercero, todo intercambio tiene que ser libre y voluntario, lo cual requiere que todos los mercados operen en competencia. Cuarto, que el poder judicial sea independiente, imparcial, eficiente y expedito y que garantice el cumplimiento de los contratos y proteja los derechos privados de propiedad en contra de actos de terceros, incluidos los actos de gobierno que los vulneren.
Es claro que estamos muy lejos de ser un país en el que predomine el estado de derecho: las leyes, empezando por la constitución, no son eficientes; existe una continua violación de los derechos privados de propiedad; no todas las transacciones son enteramente voluntarias dada la existencia de prácticas monopólicas privadas y gubernamentales; y, finalmente, el poder judicial no está garantizando la inviolabilidad de la propiedad privada ni el cumplimiento de los contratos.
Elementos coyunturales podrán explicar puntualmente el desempeño de tal o cual sector de actividad en un periodo dado, pero no pueden explicar el que la economía mexicana lleve más de tres décadas creciendo a tasas más que mediocres, un crecimiento promedio anual de solo 2%. Debilidad del estado de derecho, corrupción e impunidad son los elementos que lo explican y mientras esto no cambie, difícilmente experimentaremos un mejor desempeño.

Friday, August 5, 2016

Bancos centrales como ‘casas de empeño’ de última instancia

Los bancos centrales continuarían actuando como prestamistas de última instancia. Pero ya no estarían obligados a prestar contra prácticamente cualquier activo, debido a que esa posibilidad misma debe crear un riesgo moral.
Martin Wolf Financial Times
 
Lord King ofrece una innovadora alternativa a la alquimia de la banca. (El Financiero)
¿Habrá otra enorme crisis financiera? Tal y como dijo Hamlet de la caída de un gorrión: “Si es ahora, no ha de ser después; si no es después, ha de ser ahora; si no es ahora, alguna vez será: lo que cumple es estar apercibido”. Lo mismo sucede con los bancos. Están diseñados para caer. Así es que, con certeza, caerán.

Un libro de reciente publicación explora no sólo esta realidad, sino también una radical y original solución. Lo que hace que la atención a esta sugerencia sea aún más justificada es que su autor solía estar en el corazón mismo del grupo de poder monetario, antes y durante la crisis. Se trata de Lord Mervyn King, exgobernador del Banco de Inglaterra (BoE, por sus siglas en inglés). Su libro se titula The End of Alchemy (El fin de la alquimia).

El título es apropiado: la alquimia se encuentra en el corazón del sistema financiero; además, la banca fue, al igual que la alquimia, una idea medieval, pero una que no hemos descartado hasta ahora. Y, según argumenta Lord King, actualmente debemos hacerlo.

Como observa Lord King, la alquimia es “la creencia de que el dinero guardado en los bancos se puede sacar cada vez que los depositantes lo pidan”. Éste es un truco de confianza en dos sentidos: funciona si la confianza es fuerte; y es fraudulento. Las instituciones financieras hacen promesas que, en posibles condiciones del mundo, probablemente no pueden cumplir.

Durante las épocas prósperas, este negocio es lucrativo. Durante las épocas difíciles, las autoridades tienen que acudir al rescate. No es de extrañarse, entonces, que las instituciones financieras se hayan vuelto tan grandes y que paguen tan bien.

Consideremos cualquier banco grande. Tendrá una amplia gama de activos riesgosos a largo plazo en sus libros, con hipotecas y préstamos corporativos ocupando un lugar prominente entre ellos. El banco los financiará con depósitos, y con préstamos a corto y a más largo plazo.

¿Qué pasa si los prestamistas deciden que es probable que los bancos sean insolventes? Si son depositantes o prestamistas a corto plazo, pueden exigir que se les devuelva su dinero inmediatamente. Sin la ayuda del banco central los bancos no podrán satisfacer esa exigencia.

Debido a que un colapso generalizado sería económicamente devastador, el apoyo necesario es inminente. Esta realidad ha creado la situación en la que los gobiernos tratan de hacer más seguras las finanzas y las finanzas se aprovechan del apoyo para volverse más arriesgadas.

Lord King ofrece una innovadora alternativa. Los bancos centrales continuarían actuando como prestamistas de última instancia. Pero ya no estarían obligados a prestar contra prácticamente cualquier activo, debido a que esa posibilidad misma debe crear un riesgo moral. En su lugar, ellos acordarían con antelación los términos bajo los que se harían préstamos contra activos durante una crisis. La magnitud de estos recortes sería un “impuesto sobre la alquimia”. Los niveles del impuesto se fijarían a niveles rigurosos, y no podrían alterarse durante una crisis. El banco central se habría convertido en “una ‘casa de empeño’ para cualquier ocasión”.

Esta estrategia tiene inconvenientes. Los valores pignorables tendrían que variar con las condiciones económicas, lo cual pudiera crear un grado de estrés. Pero es un valeroso intento de disciplinar a un sistema financiero que hace promesas que no puede cumplir.

Wednesday, August 3, 2016

El Banco Central de Rusia compra de nuevo reservas de oro en junio 2016 alcanzando las 1.500 toneladas

Bandera de Rusia con puño

(OroyFinanzas.com) – En abril 2016, el Banco Central de Rusia ha sumado 600.000 onzas de oro (18,662 toneladas) alcanzando casi 1.500 toneladas (1.499,19 toneladas) de oro, como parte de sus reservas de divisas. El Banco Central de Rusia sumó 6.700.000 onzas troy de oro (208 toneladas) a sus reservas de oro en 2015.
Rusia compró 700.000 onzas (21 toneladas) en enero 2016, 300.000 onzas (9,33 toneladas) en febrero, 500.000 onzas en marzo, 500.000 onzas (15,55 toneladas) en abril, 100.000 onzas (3,11 toneladas) en mayo 2016 y, finalmente, 600.000 onzas (18,66 toneladas) en junio 2016.



Reservas de oro de Rusia en 2015 y 2016

Reservas de oro de Rusia en 2015 y 2016

Compras de nuevas reservas de oro rusas de junio 2015 a junio 2016

ompras de nuevas reservas de oro rusas de junio 2015 a junio 2016

¿Por qué el Banco Central de Rusia no para de comprar nuevas reservas de oro oficiales?

El sistema monetario de Bretton Woods permitía a los bancos centrales del mundo intercambiar sus dólares por oro físico con la Reserva Federal-Fed (el Banco Central de Estados Unidos). El sistema monetario posterior a Bretton Woods  mantuvo al dólar como moneda de reserva mundial, a través de la creación del petrodólar. Con el nuevo sistema monetario –establecido de facto en 1971-, todas las monedas del mundo pasaban a un sistema de flotación libre y respaldaban su moneda con la capacidad de generar actividad económica en su jurisdicción y la calidad de su balance. Los bancos centrales más importantes del mundo (la Reserva Federal, el Banco Central Europeo-BCE, el Bank of England y el Banco Central de China) tienen el oro como un componente clave de sus reservas de divisas internacionales para crear confianza en sus monedas.
Como parte del nuevo sistema monetario y financiero que se quiere crear en los próximos años o décadas, se está definiendo un nuevo sistema bipolar entre las áreas de influencia de Occidente (EE.UU., Europa, etc) y Oriente (China, Rusia, etc). El objetivo de las compras de oro de los bancos centrales es diversificar sus reservas y respaldar su balance con el único activo que no se puede manipular por otro banco central. Y quizás también preparar el camino para la siguiente fase del sistema monetario internacional que responda a las estructuras de poder del presente y del futuro, tal como apuntábamos recientemente en base al vídeo del Foro Económico Internacional donde se explicaba los tres escenarios posibles para el futuro Sistema Monetario Internacional.

Sunday, July 24, 2016

El dinero de los bancos centrales y el engaño a la población

Billetes dinero del mundo
(OroyFinanzas.com) – Muchos billetes, el dinero papel, están respaldado por los activos de los bancos centrales. Pero no siempre es así. Existen bancos centrales que se han desentendido de los tenedores de billetes, arruinando a ahorradores y generando levantamientos promovidos por el descontento en países como Iraq, Zimbabue, Birmania o Corea del Norte por mencionar solo a algunos bancos centrales que han arruinado a sus ciudadanos.



En un pasado artículo, escribíamos sobre cómo algunos bancos centrales otorgan a los billetes que emiten el privilegio de actuar como los “primeros pagarés” a los que tendrían que hacer frente los activos del banco central en caso de disolución. La opinión más extendida entre los economistas –con Paul Samuelson como estandarte-, es que los billetes no son más que “activos burbujas” porque careciendo de valor intrínseco (y sin entrar en la discusión si existe el valor intrínseco), su utilización sólo puede explicarse por el hecho de que los usuarios esperan y confían en que tendrán valor en el futuro. Un razonamiento que se puso de manifiesto con los Greenbacks, emitidos por Lincoln, en plena guerra civil estadounidense. Para Samuelson, esta situación no es más que un gigantesco esquema Ponzi, perpetuada en el tiempo, gracias a un “gran consenso” mediante el cual la sociedad asume que unos “rectángulos de papel” contienen un valor positivo que se transmite de generación en generación. Una burbuja que asigna eficientemente los recursos en la creencia y confianza de que la generación futura aceptará los mismos billetes de papel, para continuar con el mismo esquema indefinidamente.
Sin embargo, a esta visión de Samuelson hay que añadir algunos matices interesantes que tienen a los bancos centrales como protagonistas. Si Samuelson está en lo cierto y los billetes no tienen ningún valor intrínseco, qué obliga a la gente cambiarlos por otros billetes nuevos en el caso de una nueva denominación de la moneda. ¿No es mejor conservar 1.000 unidades antiguas que canjearlas por 100 nuevas? ¿Por qué seguir las indicaciones de los bancos centrales y acudir a una denominación de 10 a 1? Pues sencillamente por el poder coercitivo que tienen los bancos centrales de poder desentenderse de sus monedas y no considerarlas ni pagares ni otorgarles ninguna contraprestación con ningún activo de los que disponga en sus reservas. Es decir, que de la noche al día, todos tus ahorros en billetes pueden llegar a valer cero si así lo determina la autoridad monetaria de su país o jurisdicción.
Que los bancos centrales hagan gala del compromiso adquirido y cambien unos billetes por otros, concediéndoles el mismo valor, es señal de que consideran sus billetes como pasivos en favor de los tenedores. Y es una forma de atemperar los ánimos y las frustraciones en periodos de nuevas denominaciones de la moneda o desmonetizaciones. Y en los países en donde no se ha actuado de esta forma, han existido revueltas y manifestaciones.
Entre el primer grupo, podemos citar a los bancos centrales de los países de la zona euro. Con el advenimiento de la nueva moneda, las divisas nacionales ya no se imprimirían más. Y los billetes nacionales en circulación podrían cambiarse en la nueva moneda común. Así, por ejemplo, la lira italiana pudo cambiarse en euros hasta febrero de 2012. Actualmente ha quedado huérfana y sin respaldo, convirtiéndose en “rectángulos de papel” sin ningún valor. Los florines holandeses pueden cambiarse en euros hasta el año 2032 y marcos alemanes o pesetas españolas no tienen fecha de caducidad. Su cambio por euros está garantizado a perpetuidad.
El dinero papel del Banco Central de Iraq
En el grupo de los bancos centrales que actúan con otros criterios tenemos también algunos ejemplos. En Iraq, Saddam Hussein decidió deshacerse del “dinar suizo” y estableció una pequeña ventana temporal para poder ejecutar el cambio: sólo 6 días. Tiempo en el que además, cerró las fronteras para dificultar el proceso a los extranjeros en los países vecinos. De esta forma, numerosos poseedores de la divisa iraquí resultaron perjudicados y perdieron sus ahorros, en beneficio del Banco Central de Iraq.
El dinero papel del Banco Central de Birmania
El Kyat birmano es otro ejemplo de billetes que podríamos considerar “dinero burbuja”. En septiembre de 1987, Ne Win, líder del único partido político legal del país desmonetizó las mayores denominaciones de kyats. Los billetes de 25, 35 y 75 kyats, fueron sustituidos por otros con denominación de 45 y 90. El dictador creía que el número 9 le daba suerte, así que la nueva denominación tenía este número como múltiplo de referencia. Los birmanos no pudieron cambiar de forma eficiente sus antiguos billetes por los nuevos y el banco central se desentendió de la cuestión. Dos tercios del total de monedas en circulación se convirtieron en un inútil papel y ciudadanos de a pie perdieron todos sus ahorros.
Ne Win había creado un dinero Samuelsoniano y los birmanos lo habían experimentado en sus economías particulares. Los levantamientos populares comenzaron a manifestarse en 1988 y Ne Win renunció a sus cargos, al menos formalmente ante la opinión pública.
El dinero papel del Banco Central de Corea del Norte
También tenemos otro ejemplo en Corea del Nort. En noviembre de 2009, el gobierno anunció una nueva denominación para el won, de 100: 1. Los norcoreanos tuvieron 7 días para proceder al canje y hacerse con la nueva moneda. A la ventana temporal se unió otra cuantitativa. Ningún norcoreano podía canjear más de 100.000 wons. La ira pública, ante la pérdida patrimonial experimentada, obligó al gobierno a aumentar el límite hasta los 150,000 wons evitándose, en el proceso, los levantamientos generalizados -como en el caso de Birmania-, que nunca llegaron a tener lugar. Sin embargo, la desconfianza en la nueva moneda se ha instalado en los usuarios siendo la inflación en el país, una de las más altas del mundo. Además, la circulación de dólares estadounidenses y yuanes chinos ha aumentado drásticamente desde entonces. Parece que los norcoreanos han aprendido y no quieren volver a ser engañados en el futuro.
Aunque la percepción del dinero de Samuelson es una idea sugerente, la realidad muestra otra cosa. Sólo dictadores han tratado de convertirlo en posible, colocando a sus divisas entre las peores valoradas del mundo y suscitando mucho malestar e indignación entre los afectados. Sin embargo, el dólar estadounidense o euro no parecen monedas burbujas y, en ambos casos, las autoridades monetarias garantizan con sus activos el reembolso de los billetes emitidos devaluando estas monedas de reserva mundial poco a poco. Pero faltar a estos compromisos, conduciría a sus monedas por una senda ya transitada por otras divisas y de las que ya hemos escrito como ejemplo.
Fuente: JPKoning
© OroyFinanzas.com

Evolución e hitos de la Reserva Federal de 1913 a 2008 (II)

Billetes de 5, 10, 20 y 50 dolares© Anybid - Pixabay.com
(OroyFinanzas.com) – Desde la última gran crisis de 2008, la Reserva Federal-Fed (Federal Reserve en inglés, el Banco Central de Estados Unidos) se ha alineado en la mayoría de los casos de su historia con los prestatarios, poniendo en circulación grandes cantidades de dinero nuevo y reduciendo los tipos de interés a cuotas cercanas a cero. Una situación que ha enfurecido a los acreedores que no cejan en su empeño de que el péndulo gire en la otra dirección. En este artículo finalizaremos con otros capítulos de interés, en la intra-historia de la Fed, que ya expusimos en la primera parte del mismo.



5. El largo camino hacia la “independencia” de la Reserva Federal-Fed de 1950 a 1970

El banco central tenía desde que se acabará con el patrón otro en 1934 la libertad de fomentar el crecimiento mediante la impresión de dinero, y la responsabilidad de no imprimir demasiado. Sin embargo, los políticos con una visión a corto plazo acudieron rápidos a la demanda de dinero y para las siguientes décadas la Fed no tuvo problemas en satisfacer sus deseos.
En 1942, a petición del Departamento del Tesoro, la Reserva Federal acordó mantener bajos los tipos de interés para los bonos del gobierno, para ayudar a financiar el gasto militar de la Segunda Guerra Mundial. Estos tipos bajos se mantuvieron por casi una década, hasta la firma de un acuerdo con el Tesoro fechado en 1951 que confirmaba la autonomía de la Fed para subir los tipos.
En la década de los años 60, Wright Patman, un congresista demócrata de Texas y presidente del comité bancario, lidera iniciativas legislativas contra la Ley de la Reserva Federal de 1913, argumentando, en alusión a la Fed  que “un grupo de hombres controlan uno de las resortes más poderosos de economía y que son no responsables ante nadie “.
Sin embargo, en 1965, el presidente Lyndon B. Johnson, que quería el crédito barato para financiar la guerra de Vietnam y su programa de “Gran Sociedad”, vuelve a cambiar la tendencia. En una reunión en su rancho de Texas con el presidente de la Fed William McChesney Martin, Johnson presionó a Martin para volver a bajar los tipos e imprimir dinero. De esta forma, la inflación siguió subiendo de forma importante hasta principios de 1980.
“Espero que haya hecho examen de conciencia y esté convencido de hacer lo correcto.” – Lady Bird Johnson, (esposa del presidente) al presidente de la Fed, William McChesney  Martin, a su llegada al rancho texano.

6. La regla Volcker: un banco central independiente de Estados Unidos

La recesión a mediados de la década de 1970 había generado unas tasas de desempleo altas, en torno al 9 %, y los demócratas, frustrados ante lo que creían una respuesta inadecuada por parte de la Fed, aprobaron medidas legislativas para establecer lo que se conocía como el doble mandato. La Fed se encargaría de tomar medidas para crear el máximo empleo posible y la estabilidad de los precios. El Congreso finalmente formalizó estas medidas en 1978.
La inflación aumentó en un 11 % al año siguiente, y el presidente Jimmy Carter acordó el nombramiento de un nuevo presidente de la Fed, el independiente Paul A. Volcker. En los siguientes años, el nuevo presidente de la Fed, elevaría los tipos de interés con fuerza, -llevando a la economía a una recesión profunda-, con el objetivo de controlar la inflación. El sucesor de Carter en la presidencia, el republicano Ronald Reagan, mantuvo a Volcker en su puesto, respetando la independencia de la Fed. De esta forma, la Fed había declarado su independencia.
“Cada vez que participaba en una rueda de prensa, se le instaba para que pegara una bofetada a la Reserva Federal, pero nunca lo hizo.” – Paul Volcker, en referencia al presidente Reagan

7. La Fed transita por el camino de la transpariencia

Entre la gran inflación de la década de 1980 y la gran recesión que comenzó en 2008, la Reserva Federal y la economía disfrutaron de más de dos décadas de relativa paz y tranquilidad, un período que los funcionarios de la Fed recuerdan como la Gran Moderación. La inflación mostró una tendencia a la baja y, a excepción de unas pocas recesiones cortas, el desempleo se mantuvo a niveles bajos también. Y desde la Fed veían estas tendencias positivas como un triunfo de su de su recién ganada independencia.
Pero esta nueva situación requería un cambio en la “cultura secreta” de la Fed. Los críticos con la institución argumentaban que independencia iba ligada necesariamente a la transparencia. En 1983, por ejemplo, la Fed se comprometió ante el Congreso en dar a conocer su denominado Libro Beige, un resumen de los informes económicos de sus bancos de reserva regionales. Una medida, en el fondo, propuesta como una forma de distraer la atención de los congresistas sobre otros informes más importantes, que se continuaron siendo secretos. Sin embargo, la Fed llegó a la conclusión de que poco a poco, jugar con la transparencia podría aumentar su poder sobre la política monetaria. Así que en 1994, comenzó a realizar cambios en la política llevada hasta el momento al final de cada sesión de toma de decisiones. En 2004, se publicaron las discusiones mantenidas después de cada sesión. Y en 2011, su presidente, Ben S. Bernanke, inauguró las conferencias trimestrales de noticias. La política de comunicación de los bancos centrales se conoce como Forward Guidance u orientación de expectativas en los mercados.
“Desde que soy presidente de la institución, he aprendido a murmurar con gran coherencia. Si os parece demasiado claro lo que digo, es porque ustedes han entendido mal lo que he dicho”. -Alan Greenspan, presidente de la Fed, en 1987, antes de la innovación en las comunicaciones del banco central
“La Reserva Federal, que yo sepa, es el banco central más transparente en el mundo. Hemos dejado claro cómo interpretamos nuestro mandato y nuestros objetivos y proporcionamos amplios comentarios y orientaciones sobre cómo vamos a tomar decisiones de política monetaria “. -Janet L. Yellen, presidenta de la Fed, en 2014, después de la inovación de las comunicaciones.

8. La gran recesión de 2008, y “auditoría de la Fed”

La buena consideración que tenía la Fed volvió a desvanecerse en 2008. Su falta de supervisión del sistema financiero fue una de las razones de la crisis, y fueron incapaces de verla venir de forma oficial. Además, en esta ocasión, la respuesta de la Fed también fue polémica. Se proporcionó un amplio apoyo al sistema financiero, salvando a algunas de las compañías menos populares de Estados Unidos, por no hablar de los bancos extranjeros. Y luego se embarcó en una campaña de estímulo expansivo para reactivar la economía.
Consecuencia de esta crisis, el Congreso se movió rápidamente para reforzar las responsabilidades en el marco regulatorio de la Fed. Por otro lado, se impusieron ciertos límites a la capacidad de la Fed para repetir su rescate del sistema financiero. Pero es la campaña de estímulo que ha llevado a la mayor controversia.
En una inversión de la tendencia histórica, los republicanos del Congreso han criticado a la Fed por imprimir demasiado dinero, previendo una inflación más alta como consecuencia inevitable. Y se han presentado propuestas para restringir el poder del banco central. Un proyecto de ley, conocido como “auditoría de la Fed”, autorizará a la Oficina de Contabilidad General ( Government Accountability Office-GAO) para examinar las decisiones de política monetaria de la Fed. Otra medida, respaldado por el Comité de Servicios Financieros de la Cámara, requerirá a la Fed una articulación pública del conjunto de reglas que va a seguir en la toma de la política monetaria, y luego explicar cualquier desviación.
“El Sistema de la Reserva Federal debe ser cuestionado y en última instancia, debe ser eliminado. El gobierno no puede ni debe otorgar la confianza del monopolio de dinero. Ninguna institución en la sociedad debe tener el poder de este inmenso. “- Del libro “End the Fed”(2009) de Ron Paul

Orígenes e historia de los bancos centrales de Estados Unidos (I)

Reserva Federal, Federal Reserve Building, Washington DC, USA
(OroyFinanzas.com) – Como toda gran institución que se precie, la Reserva Federal-Fed (Federal Reserve en inglés, el Banco Central de Estados Unidos) estadounidense, posee una historia interesante, condicionada por el poder político, que ilustra muy bien a los partidarios y detractores del Banco Central. Vamos a resumir en este artículo los varios bancos centrales que han existido en EE.UU. y como se fundó la Reserva Federal en una serie de dos artículos.
El debate suscitado en torno a una “auditoría de la Fed” es la última manifestación de un conflicto tan antiguo como la nación y enfrenta a dos bandos claramente definidos. En un lado, aquellos que defienden la idea de que un banco central fuerte mejora la estabilidad económica del país y, enfrente, los que argumentan que un gobierno autoritario en materia monetaria es una intromisión perjudicial para la economía.



Las batallas por la banca central han enfrentado históricamente a las élites financieras que querían limitar la disponibilidad de dinero -preservando así su valor-, frente a agricultores, hombres de negocios y otros prestatarios que apostaban por un dinero abundante y barato. En esta batalla, ambos contendientes han visto como en ocasiones el Banco Central se posicionaba de aliado mientras que, en otras ocasiones, esa misma institución se convertía en su peor enemigo.
Los episodios más notables de esta sempiterna lucha entre unos y otros la recogieron Granville y Appelbaum en un interesante artículo publicado en The New York Times. En esta serie de artículos nos haremos eco del citado texto y realizaremos un recorrido histórico de la Fed y las fechas o acontecimientos en la historia de esta institución monetaria.

1. Génesis: Los Bancos de los Estados Unidos. El primero de 1791-1811 y el segundo de 1816-1836

Los dos primeros bancos centrales de EE.UU., -ambos denominados Banco de los Estados Unidos (Bank of the United States en inglés)-, fueron instituciones privadas, con ánimo de lucro, y surgieron amparados por el Congreso. El primero (1791-1811) fue creado para ayudar al gobierno a pagar su deuda de la guerra, estabilizar la moneda del país y recaudar dinero para el nuevo gobierno. De esta forma, el sueño de Alexander Hamilton, secretario del Tesoro, se hizo realidad una vez que superó la resistencia de Thomas Jefferson quien dejo para la historia una frase memorable “creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes”. Finalizada la licencia concedida al banco de 20 años, el Congreso decidió no renovarla.
El segundo Banco de los Estados Unidos (1816-1836) fue fundado unos años más tarde, sobre las secuelas de la guerra de 1812, y de nuevo gracias al Congreso. Pero duró sólo 17 años. El presidente Andrew Jackson era un firme creyente de que el banco central concentra demasiado poder económico con una élite adinerada corrupta al frente y vetó el proyecto de ley para extender su licencia en 1832. En este primer capítulo, los partidarios del banco fueron derrotados con claridad. Entre los perdedores figuraba Henry Clay, el oponente de Jackson para la reelección ese año. A partir de entonces, los fondos del Tesoro de Estados Unidos (el Ministerio de Finanzas) se retiraron de la entidad bancaria y se depositaron en bancos estatales. La nación estaría sin un banco central durante más de 70 años. Como dato curioso señalar que las oficinas centrales de ambos bancos todavía están de pie a un bloque de separación, en el centro de Filadelfia.
“El banco está tratando de matarme, pero yo lo mataré!” -Andrew Jackson

2. ¿Sin un Banco Central, el pánico tiende a ser regular?

Una grave crisis financiera llevó a la economía estadounidense a una profunda recesión en 1837, sólo un año después de la desaparición del segundo banco de los EE.UU. Estas crisis se convirtieron en eventos recurrentes en la vida de los estadounidenses y, a medida que la economía crecía, también lo hacía el tamaño y la frecuencia de las crisis. Entonces, los bancos crearon la New York Clearing House (Cámara de Compensación), con el respaldo del sector privado, pero esta iniciativa resultó insuficiente para la tarea encomendada y el gobierno se encontró sin margen de maniobra. En ausencia de un banco central, los Estados Unidos regulaban el valor de su moneda garantizando que los dólares podrían ser intercambiados por oro y ocasionalmente plata. Una situación que ponía en evidencia que el gobierno no podía responder a las crisis financieras y las recesiones económicas resultantes, porque simplemente no podían aumentar la oferta de dinero.
En 1907, otra crisis que tuvo su origen en la United Copper Company se superó gracias a los préstamos de emergencia que lideró el banquero J. Pierpont Morgan. Entonces, el debate sobre la necesidad o no de un Banco Central se posicionó a favor de los que argumentaban que el propio gobierno necesitaba “un cuerpo de bomberos permanente”, triunfando la tesis del Banco Central en ámbitos políticos y financieros.
“A menos que tengamos un banco central con un control adecuado de los recursos de crédito, este país va a padecer el pánico de dinero más grave y de mayor alcance en su historia.” -Jacob Schiff, un prominente banquero de Nueva York, en 1907

3. La Ley de Reserva Federal de 1913 y la creación de la Reserva Federal-Fed

En noviembre de 1910, el senador Nelson Aldrich se reunió con un grupo de banqueros en un centro turístico en la isla de Jekyll (Georgia) para planear la instauración de un Banco Central. La idea sintetizaba muchas de las grandes batallas políticas de la época: Los estados en contra del poder creciente y centralizador de Washington; los financieros de Wall Street frente a los bancos más pequeños, sobre todo en el sur y el oeste del país; los populistas contra la élite de la Edad Dorada… El proyecto de ley que surgió tras varios años de debate fue finalmente firmado por el Presidente Woodrow Wilson. Según se establecía, habría 12 bancos de reserva de propiedad privada en las principales ciudades de todo el país, preservando, así, el poder de las élites financieras. Sin embargo, estos bancos serían supervisados ​​por una junta designada por el presidente entre los que estaría presente el secretario del Tesoro. Sin embargo, antes de que la Fed fuera plenamente establecida, el anterior sistema sufrió su última crisis financiera (1914) y como sucedió en 1907 multitud de bancos quebraron.
 “Nos ocuparemos de nuestro sistema económico tal como es y como puede ser modificado, no como podría ser si tuviéramos una hoja de papel en blanco y paso a paso se convertirá en lo que debería ser. “-Woodrow Wilson, en su primer discurso inaugural

12 bancos regionales de la Reserva Federal de Estados Unidos

12 bancos regionales de la Reserva Federal de Estados Unidos

4. La Gran Depresión y la respuesta de la Reserva Federal

Sin embargo, en vez de prevenir las crisis, la Reserva Federal ayudó a provocar la Gran Depresión. La Fed se suponía que debía gestionar el patrón de oro – para asegurarse de que la economía no fuera asfixiada por la falta de dinero- y los tipos de interés. Pero en su lugar, la Fed fue incapaz de negociar los desacuerdos surgidos entre los bancos regionales y la junta central. Así que se dejó que la masa monetaria se redujera en un tercio. El resultado fue la peor crisis económica de la historia de la nación.
El Congreso respondió al fracaso de la Fed, aumentando considerablemente su poder y responsabilidades. En 1934 se autorizó al presidente a devaluar el dólar, y comenzó el largo proceso de reemplazar el patrón oro por una moneda cuyo valor estuviera gestionada por la Fed. En 1935 la Fed asumió la responsabilidad sobre “la situación del crédito general del país.” Por último, se eliminó la figura del secretario del Tesoro de la junta de la Reserva Federal y se creó un nuevo comité de toma de decisiones.
“Me gustaría decir a Milton y Anna que en cuanto a la gran depresión, tenéis razón, nosotros lo hicimos. Lo sentimos mucho. Pero gracias a vosotros, no vamos a hacerlo de nuevo. “- Ben Bernanke, entonces gobernador de la Fed, en un discurso pronunciado en 2002 en el que estaban presentes Milton Friedman y Anna Schwartz, quienes investigaron y documentaron el papel y responsabilidad de la Fed en la gran depresión.

El dinero de los países depende de la fe, el oro no

A worker holds gold granules at the Rand Refinery, the largest and most modern gold refinery in the world, in Germiston, South Africa, on June 9, 2006. Photographer: Henner Frankenfeld/Bloomberg News
En su blog del 17 de julio, Let’s Get Real About Gold, el autor y columnista del Wall Street Journal, Jason Zweig comparó el interés de los inversores en el oro con la locura de la “Roca Mascota” de la década de 1970, cuando los consumidores se convencieron de que una roca en una caja les proporcionar compañía continua, elevaría su posición social, y les daría algo de qué hablar en las fiestas. Zweig afirma que la fe de los que invierten en oro, que él sostiene es sólo otro mineral inerte con buen marketing, es igualmente irracional, y ha impedido que la gente ponga el dinero en el mercado de valores que es mucho más lucrativo.



Para comenzar, la comparación de Zweig del oro con las acciones como vehículo de inversión establece una falsa dicotomía. El oro no es una inversión sino que tiene propiedades físicas muy deseables han hecho que sea utilizado como dinero a lo largo de toda la historia humana registrada. Por eso, no debe ser comparado con las acciones o los bienes raíces, sino a otras formas de dinero, como por ejemplo cualquiera de las monedas fiduciarias actualmente en circulación. Irónicamente, en un mundo inundado de monedas fiduciarias que se crean a un ritmo cada vez mayor, y cuyo valor se deriva sólo de la fe en el Estado de emisión, el oro es la única forma de dinero cuyo valor no requiere un acto de fe.
No tengo ningún vínculo emocional con el oro. No lo uso para cubrir mis paredes, no lo juego entre mis dedos y me río, no pido a mi esposa que se pinte con él. Lo que sí sé es que antes de que el mundo se trasladara a un sistema monetario fiduciario en la segunda mitad del siglo 20, el oro se había convertido en el dinero de elección de casi todas las culturas importante en todas las eras. Esa supremacía estaba basada en la escasez de oro, su versatilidad como un metal, sus propiedades únicas y útiles, su belleza, y su amplia aceptación cultural como un sello de amor, de permanencia, de riqueza y de éxito. No cabe duda de que la gente siempre va a estar dispuesta a desear y acumular oro… por una variedad de razones. La única pregunta es cuánto estarán dispuestos a pagar. En ese punto, las mentes razonables pueden diferir. Pero decir que el oro no tiene es ignorar imprudentemente la realidad.
Hasta 1971, el dólar estaba respaldado por la fe de que el gobierno canjearía sus billetes en oro. Pero, desde entonces, esa fe ha sido reemplazada por una fe más simple de que otros siempre aceptarán dólares a cambio de bienes y servicios de valor real. Dicha transformación puso al dólar estadounidense en la misma canasta con todas las otras monedas fiduciarias en el mundo cuyo valor se deriva de la fe en el gobierno emisor. En su artículo, Zweig parece asumir que aceptar las monedas de los gobiernos no es un acto de fe. Pero claramente esto también implica una cuestión de grado.
La mayoría de los inversionistas sin duda prefieren el oro a pesos argentinos, Cedis de Ghana o bolívares venezolanos. En realidad, lo que Zweig está diciendo es que las buenas monedas fiduciarias (el dólar estadounidense es el estándar de oro de las monedas fiduciarias) no requieren fe para comprar y mantener. Pero ¿por qué es eso?
Pero la fortaleza del dólar se supone que se derivan de la fe en que el gobierno de Estados Unidos seguirá siendo fiscalmente fuerte. Hay poca evidencia de que ese será el caso. Todos los factores tradicionales que determinan el valor de una moneda, la balanza comercial, es decir, los tipos de interés, los niveles de deuda pública, crecimiento económico, etc. están poniendo una presión a la baja sobre el dólar. El gobierno de Estados Unidos no ha hecho nada para resolver la crisis de la deuda a largo plazo de la nación. En el 2025, los déficits de billones de dólares se enquistarán (y esas proyecciones se basan en hipótesis de crecimiento económico que en la actualidad han demostrado ser demasiado optimistas.)
A pesar de todo esto, el dólar ha surgido y se encuentra en lo más alto de casi 10 años, usando como base el Bloomberg Dollar Spot Index. Wall Street ha explicado tal dominio señalando problemas en Europa y Asia, diciendo que el dólar tiene sus problemas, pero es la “camisa sucia más limpia en el cesto”. Los analistas señalaron que las mayores tasas de interés que se esperan de la Fed fortalecerían la demanda del dólar a medida que los otros bancos centrales del mundo estaban bajando las tasas. Pero ese resultado aún no se ha materializado.
A finales de 2014 la mayoría de los inversores habían asumido que la Fed podría comenzar a subir las tasas en el primer trimestre de 2015. Pero el crecimiento económico decepcionante ha llevado a la Fed a retrasar continuamente las alzas. Sin embargo, los inversores siguen pensando que las alzas están a la vuelta de la esquina. Para llegar a esa conclusión, aceptan ciegamente que nuestra economía puede sobrevivir tasas más altas cuando toda la evidencia objetiva lleva a la conclusión de que no puede.
En realidad, la fe en el dólar se basa únicamente en la creencia de que el dominio estadounidense sobre la economía mundial continuará indefinidamente, sin importar cuán profundamente nos endeudemos, lo bajo que se mantengan nuestras tasas de interés, y qué tan desequilibrado se vuelva nuestro comercio.
Hemos visto esta película antes. Cuando la confianza en la infalibilidad de los bancos centrales es alta, las voces dominantes tienden a dejar de lado al oro y ponen su fe en el juicio del hombre.
Desde mi punto de vista, los mercados están ahora poniendo más de esa fe equivocada en la sabiduría de Janet Yellen que la que tenían en Greenspan. Como resultado, el oro está siendo rechazado, como lo era en 1999. La costumbre de Alan Greenspan de relajar la política monetaria para apuntalar los mercados financieros llevó a la creación de dos burbujas peligrosas, la primera en acciones en el 2000, y luego en el sector inmobiliario, que finalmente estalló en 2007, dando lugar a la Gran Recesión. Dado que la flexibilización de la política monetaria hecha por los sucesores de Greenspan ha sido mucho mayor, uno sólo puede imaginar la enormidad el desastre económico que se cierne en el horizonte.
Así que sí, de cierta manera mis decisiones de inversión se basan en la fe, pero no el mismo tipo de fe que el Wall Street Journal asume. Mi fe es que los gobiernos y los bancos centrales continuarán endeudándose y rebajarán las monedas hasta que una crisis lleve todo el experimento a una conclusión desastrosa. Simplemente no hay precedente histórico para llegar a otra conclusión. También tengo fe en que los seres humanos siempre preferirán una pieza de oro a una pila de papel.